APUNTE

La no despedida de Ansu Fati

La hora del patio de Ansu Fati

Un verano frío para Mateu

Ansu Fati celebra un gol junto a su compañero Gavi durante el encuentro frente al Mallorca

Ansu Fati celebra un gol junto a su compañero Gavi durante el encuentro frente al Mallorca / EFE/ Enric Fontcuberta

Sònia Gelmà

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No estaba en el guion y no recibió la ovación que podría indicar una despedida. Ni el público ni Ansu quisieron adelantarse a los acontecimientos. El delantero, sobre todo, porque quiere seguir y triunfar aquí. De hecho, Ansu reivindicó su intención de quedarse marcando dos goles el día en que el Barça se despedía provisionalmente de su estadio. Ansu jugó una vez más en su casa sin que nadie sepa si lo volverá a hacer. Su contrato dice que sí, las palabras de su entrenador apuntan hacia otro lado. El verano dirá.

Ansu merece confianza, como cualquier chaval salido de la casa. Merece paciencia, como cualquiera que ha salido de una racha de lesiones que le mantuvieron inactivo casi dos años. Merece cariño porque, a excepción de una astracanada de su padre, nunca ha tenido una palabra más alta que otra pese a que, como todos los jugadores, quisiera más minutos. Y todo ello se le debería dar a un jugador en el que se pusiste todas tus esperanzas, que estaba destinado a ser el nuevo referente de la Masia y al que adjudicaste el 10 cuando te quedaste sin tu gran faro. 

Pero la encrucijada en la que se encuentra el Barça a nivel económico reclama salidas. Y esa confianza, paciencia y cariño que debe tener ese joven canterano, a quien incluso bautizamos como el heredero, choca frontalmente con el negocio. Ansu tiene la desgracia de haber sido un jugador rentable. Juega en su contra que no se pagó un pastizal por él. Es un caramelo para el balance contable del club puesto que todo lo que se ingrese con su venta será beneficio neto. 

En otro contexto, debería quedarse, pero si la liga aprueba el plan de viabilidad y llegan las ofertas que el club espera, habrá que ver si su voluntad es tan férrea como aparenta. Ansu tiene todos los números para ser la famosa venta dolorosa que nunca acaba de llegar. Y lo peor para el que un día fue el niño mimado de la afición, es que no habrá grandes manifestaciones, su salida se entenderá como un mal necesario para reforzar el equipo.

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