Escenario poselectoral

Señales poderosas

Esquerra ha conseguido "ensanchar la base", pero la del PSC. Su estrategia de renuncia independentista le ha hecho perder identidad

El líder de ERC, Oriol Junqueras, con el diputado Gabriel Rufián, en la Feria de Abril de Barcelona

El líder de ERC, Oriol Junqueras, con el diputado Gabriel Rufián, en la Feria de Abril de Barcelona / ACN

Pilar Rahola

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En estas elecciones se han enviado tantos mensajes que serán necesarios análisis más reposados que los propios del día después. Pero algunos síntomas son tan claros que permiten conclusiones inmediatas, tanto en Catalunya como en España, si bien los respectivos terremotos son de signo contrario. En Catalunya, el nombre clave es Oriol Junqueras y su contundente derrota; en España es Díaz Ayuso y su contundente victoria. Y en ambos casos las réplicas del terremoto han sacudido todo el mapa político.

Por partes, empecemos por Catalunya, donde la victoria del PSC ha ido de la mano de la derrota de ERC. En este sentido, parece claro que la estrategia de Esquerra de alejarse del eje nacional en favor del eje ideológico –con la consecuente fractura en el independentismo–, y hacerlo con la letanía de "ensanchar la base", solo ha servido para que el PSC domine tres de las cuatro capitales catalanas y la mayoría de los resortes de poder. Tres capitales, con la capital del país en la cuerda floja, a tenor de la voluntad de Collboni de desmentirse a sí mismo, no aceptar el resultado victorioso de Trias e intentar un tripartito.

Por lo tanto, es cierto que Esquerra ha conseguido ensanchar la base, pero ha sido la base... del PSC. Es decir, su estrategia de renuncia independentista le ha hecho perder identidad y ha dado un considerable poder en Catalunya al mismo partido que ha avalado y avala la represión contra el independentismo. El servicio prestado a los socialistas es tan ingente como rotunda la derrota de Junqueras, con Rufián como ridícula metáfora del derrumbe. Con un añadido: ERC también ha perdido por la nefasta imagen en el Gobierno, donde los escándalos, errores y fracasos marcan la gestión cotidiana. De aquí se deriva su considerable bajada en toda Catalunya, el fracaso en Barcelona y la notable subida de Junts por todas partes, con la victoria en la capital como colofón. Sin duda, ERC es la gran derrotada de las municipales catalanas, y el resumen lo ha hecho, vía Twitter, el 'exconseller' Puigneró: "Sacrificar toda una estrategia unitaria de país para ganar un regidor en Santa Coloma de Gramenet a expensas de los Comuns".

Presión de los barones

En las Españas, en cambio, el gran derrotado es Pedro Sánchez, que pierde la mayoría de plazas fuertes y recibe un castigo de enormes proporciones. Que la reacción inmediata haya sido el adelanto electoral parece lógica, tanto motivada por la presión de los barones –que pierden poder por todas partes– como por el fantasma de Ayuso, cuya brutal victoria en la capital española dispara todas las alarmas. No hay duda de que este resultado la sitúa, inexorablemente, por encima del actual presidente del partido, y el adelanto electoral intenta evitar que el PP haga el relevo y sea Ayuso la candidata a las generales. Pero el rodillo de los populares, Feijóo incluido, parece imparable.

Habría un tercer motivo que explica la drástica decisión de Sánchez: la sangría del mundo Podemos-Díaz, cuya división pone en peligro la presidencia futura del PSOE. Sánchez necesita tranquilizar a los barones, hacer reaccionar a los aliados –Podemos y Yolanda Díaz– ante el espantajo de un gobierno PP-Vox, y evitar que una Ayuso demoledora le presente batalla. Con estos últimos resultados, esperar meses a convocar elecciones solo habría significado un triple desgaste: de su Gobierno, con un PP fortalecido que plantaría una batalla descarnada; de los aliados, que se habrían debilitado todavía más; y del partido y de su liderazgo, con los barones territoriales en pie de guerra.

Y un apunte final sobre la victoria de Xavier Trias, que sitúa a Junts ante la necesidad de fortalecer el eje ideológico, vender la buena gestión como un elemento central –es decir, vocación de poder–, y hacerlo sin abandonar el independentismo. Una versión al estilo Scottish National Party, que sabe conjugar perfectamente las dos voluntades. Trias ha marcado un camino de victoria que debe seguir en las generales de julio. De momento, la cuestión es saber si gobernará, y aquí ERC tendrá que tomar una decisión capital: o facilitar la alcaldía a Trias, y ceder el liderazgo dentro del independentismo, haciendo el camino inverso que hizo en el Govern, o facilitársela a Collboni, ser el culpable de rapiñar la victoria de Trias y ceder la capital de Catalunya a los socialistas. Dilema de fuego para ERC, que se quema en todos los casos.