Apunte

La resurrección de Trias compromete a Aragonès

De no logra hacer a Collboni alcalde, al PSC siempre le quedará el consuelo de entenderse con Trias, por activa o por pasiva, y acelerar la caída del gobierno de ERC

Xavier Trias vota en el mercado de Galvany de Barcelona

Xavier Trias vota en el mercado de Galvany de Barcelona / JORDI OTIX

Jordi Mercader

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Xavier Trias ha resucitado, capitalizando el movimiento anti-Colau y proporcionando a ERC una derrota inapelable. Lo relevante además es que el éxito del candidato de Junts ha llegado de la mano del soberanismo moderado y no del discurso radical de los dirigentes del ala Borràs. Los republicanos, sistemáticamente criticados por su pragmatismo independentista, han sido derrotados por un candidato mucho más 'light' que ellos, lo que dará que pensar a más de uno sobre el estado de salud del aventurismo que dio vida al 'procés'. Si a esto se suma la victoria global del PSC, los cambios en la política catalana están cantados.

Trias, además de contradecir a los sondeos y saborear la revancha de hace ocho años, pondrá a prueba la lealtad soberanista de ERC. Los republicanos son los grandes perdedores, pero tienen en la mano decidir la alcaldía de Barcelona. La lealtad mutua no es el fuerte de los dos grandes partidos independentistas como bien sabe Pere Aragonès, y seguramente Quim Torra confirmaría, pero en este caso, de optar ERC por el pacto de la izquierda provocaría un seísmo de dimensiones incalculables. Tampoco les será fácil de digerir a los republicanos el hecho de tener que aupar a la alcaldía al candidato del partido que les dejó en minoría en el Parlament, para ser más precisos, a merced del PSC.

La formación de un tripartito en Barcelona haría feliz a Ada Colau y le aseguraría una plácida legislatura a Aragonès, sin embargo, permitir a Jaume Collboni acceder a la alcaldía supondría un reforzamiento complementario al PSC como alternativa de gobierno en Catalunya. El partido de Salvador Illa ha recuperado buena parte de su fuerza municipalista, confirmando las aspiraciones a la presidencia de la Generalitat de su primer secretario, y pondrá todo su interés en redondear su victoria con la investidura de Collboni como alcalde. De no lograrlo, siempre le quedará el consuelo de entenderse con Trias, por activa o por pasiva, y acelerar la caída del gobierno Aragonès.

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