El tren de la historia

Jugando al fútbol también se hace historia

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Hay interminables ejemplos de como todo el mundo y desde siempre ha utilizado este deporte para sus intereses

El delantero argentino Lionel Messi manteado por sus compañeros durante una ceremonia de reconocimiento a los jugadores ganadores de la Copa del Mundo.

El delantero argentino Lionel Messi manteado por sus compañeros durante una ceremonia de reconocimiento a los jugadores ganadores de la Copa del Mundo. / Luis ROBAYO / AFP

Xavier Carmaniu Mainadé

Xavier Carmaniu Mainadé

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Falta una semana para que termine la temporada futbolística y lo hará con el ambiente enrarecido por los insultos racistas contra el jugador del ReaMadrid, Vinicius. El tema ha cogido gran revuelo y ha sido comentado en todo el mundo. Y no es para menos porque el hecho en sí mismo ya es lamentable; pero es que, además, cualquier cosa relacionada con el fútbol llama la atención de mucha gente. Este deporte global es una caja de resonancia que amplifica todo lo que genera hasta niveles estratosféricos. Y esto es así en cualquier ámbito tanto dentro como fuera del campo: desde el racismo hasta las relaciones internacionales.

De hecho, el ataque contra el futbolista madridista es el colofón a una temporada 2022-23 donde hemos asistido (y participado) al blanqueamiento de un régimen autoritario como el de Qatar, donde se celebró un mundial inusual, tanto por la época del año como por el país organizador. Tradicionalmente los campeonatos de selecciones se celebran en verano, pero jugar un mes de agosto a más de 50 grados en medio del desierto no parecía una buena idea y por eso se pasó al diciembre, lo que obligó a detener las ligas.

Ya desde el mismo momento en que se anunció la designación de la sede y más aún cuando se difundieron las condiciones bajo las que trabajan los obreros que construían los estadios, se levantaron voces para mostrar su rechazo. De entrada el torneo pareció remover algunas conciencias e incluso hubo quien intentó promover un boicot pero en cuanto el balón empezó a rodar todos los focos se pusieron en los partidos y en saber si de una vez por todas Messi levantaría el ansiado trofeo para los argentinos. La épica de la albiceleste partido tras partido y la final de infarto contra Francia acabaron de llevarse por delante cualquier opinión crítica.

Siempre ha existido

A esto ahora se le llama blanqueamiento (o 'sportwashin'” si se quiere hacer el pedante y decirlo en inglés) y parece que sea cosa de nuestro tiempo, pero cuando se mira la historia queda claro que estos mecanismos han existido siempre. Por ejemplo, hace noventa años, cuando Italia estaba gobernada por Benito Mussolini, el líder fascista utilizó la victoria en los mundiales de 1934 y 1938 como arma propagandista de su régimen.

Es uno de los ejemplos que le gusta citar al profesor de la Universidad de Barcelona, Carles Viñas, que lleva años estudiando como todo el mundo -desde los estados hasta los movimientos sociales y los colectivos minorizados- utiliza este deporte como altavoz para sus interesses. Los ejemplos son interminables y van desde las dictaduras como la argentina de los años setenta hasta equipos como el Celtic de Glasgow escocés (seguro que en las redes sociales vieron los vídeos con los cánticos que desde las gradas los seguidores dedicaron al rey Carlos III los días previos a su coronación) o el FC Sankt Pauli alemán, que fue el primer club en declararse antifascista, antirracista, antisexista y antihomofobo.

Este gesto después lo han imitado otras formaciones. En Catalunya, el CE Europa fue el primero. Este club de la Vila de Gràcia es una pieza clave del tejido asociativo graciense en la lucha por mantener la identidad local en una Barcelona cada vez más impersonal, globalizada y llena de turistas. No encontrarán 'guiri's en el Nou Sardenya; porque van al Camp Nou a ver al Barça. Lo que ocurre es que cuando se sientan en su localidad pagada a precio de oro, no entienden nada de lo que sucede a su alrededor, a menos que un autóctono les ayude a descodificar toda la liturgia que despliega la afición culé durante los noventa minutos. Es entonces cuando los turistas abren unos ojos como platos y entienden porqué el FC Barcelona es "Mmés que un club”. He sido testigo de esto muchas veces con mis alumnos de Estados Unidos que vienen a estudiar a la capital catalana.

No se puede captar la profundidad de la relación entre el club y Catalunya sin conocer su historia. Y esta temporada también lo hemos visto, cuando después del mundial se reanudaron las competiciones domésticas y en la Liga española surgió otra polémica relacionada con una posible compra de árbitros. El tema dio un giro inesperado cuando el presidente del Barça, Jan Laporta, tachó al Real Madrid de ser el club del régimen.

Aquello generó la respuesta inmediata de la institución blanca con un vídeo donde se acusaba al FC Barcelona de ser el equipo preferido de la dictadura franquista... Sólo hay un problema: esto no se sostiene por ninguna parte. Sólo hace falta escuchar la conversación que hemos mantenido en el podcast con otro historiador de la UB, el profesor Carles Santacana, autor del libro 'El Barça i el franquisme'. Y es que jugando al fútbol, también se hace historia.