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La abstención polariza a Barcelona

Vista aérea de Barcelona.

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Albert Sáez

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Las últimas encuestas publicadas y no publicadas indican que la participación en las elecciones de hoy en Barcelona puede ser siete u ocho puntos inferior a la del 2019. La actual alcaldesa lo fue con algo más 150.000 votos sobre un censo de alredededor de un millón de electores. Ello no la deslegitima, pero explica la percepción que se ha mantendo a lo largo de estos cuatro años de que sus propuestas generaban un gran rechazo social. Su discurso es que esa sensación era responsabilidad de los lobis y de los medios que, según ese espacio político, estamos a su servicio. Pero la realidad es que 8 de cada 10 barceloneses con derecho a voto no la votaron y su manera de gobernar tampoco ha buscado el consenso. Por eso sus electores están más que satisfechos y le van a renovar masivamente la confianza. Entonces la participación superó el 66%. Ahora puede que no alcance el 58%, ocho puntos menos que, vista la movilización del espacio político de Colau y de Trias, puede colocar a uno de los dos en primer lugar con bastante menos de esos 150.000 votos y dar entrada a Vox en el consistorio. Collboni, Maragall y Sirera pueden ser las víctimas si la abstención se dispara.

La abstención masiva genera en una ciudad como Barcelona una polarización del mapa político que no se corresponde a la realidad social. Y que impide la realización de muchos proyectos que no son de blanco y negro sino de un gris tan aburrido como enriquecedor. Pase lo que pase esta noche, Barcelona necesita consenso y la alcaldía tiene un plus para generarlo y mantenerlo. Si repiten Trias o Colau, deberían hacerlo con otro talante al que han demostrado en la campaña electoral. Y está en manos de los indecisos dar la oportunidad a otro candidato que haya hecho gala de ello. Ciertamente, la polarización moviliza a los extremos, pero deja como herencia una gobernación desde una minoría muy celosa de sus esencias y poco deseosa de generar amplios acuerdos que es lo que necesita de esta Barcelona que quiere abrir camino sin renunciar a lo que la ha hecho como es.