Campaña electoral Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Promesas que se lleva el viento
Los anuncios electorales tienen escasa credibilidad, porque quienes prometen desde el poder no tienen asegurado conservarlo y quienes prometen desde la oposición no tienen seguridad de alcanzarlo

Decía Mitterrand que las promesas electorales solo comprometen a quien se las cree. El cinismo de la frase no oculta que contiene una gran verdad: las promesas electorales tienen escasa credibilidad. Entre otras razones porque quienes prometen desde el poder no tienen asegurado conservarlo y quienes prometen desde la oposición no tienen seguridad de alcanzarlo.
En esta campaña, Pedro Sánchez ha prometido una medida en cada mitin. La relación es larga: reducción de 15 a 5 años el plazo de cotización de los discapacitados; entradas de cine a dos euros para los mayores de 65 años; derecho al olvido oncológico; descuentos en el interrail nacional para jóvenes; avales para cubrir el 20% de las hipotecas; servicios esenciales a un máximo de 30 minutos de casa; 560 millones para reforzar la educación primaria y secundaria; 580 millones para mejorar la asistencia primaria en sanidad; construcción de 43.000 viviendas para alquiler social; ayudas de más de 2.000 millones para luchar contra la sequía; 1.300 millones para impulsar la Formación Profesional; paridad en los órganos constitucionales: Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, Consejo de Estado y Tribunal de Cuentas.
Ante las críticas de que todo ese conjunto de promesas adolece del “efecto anuncio”, el presidente del Gobierno responde que él no hace solo anuncios, sino que las iniciativas se concretan después en el BOE, lo que es verdad en parte, pero ni mucho menos en todos los casos. Enfrente, el PP no promete prácticamente nada porque su única promesa es una enmienda a la totalidad del Gobierno, lo que Alberto Núñez Feijóo y su cúpula llaman la “derogación del sanchismo”. El PP se ha pasado media campaña resucitando a ETA, tras la inclusión de exetarras en las listas de EH Bildu y la otra media augurando el fin del sanchismo.
Entretodos
Poca influencia de las campañas
Lo cierto es que las campañas electorales producen un ruido ensordecedor con arriesgadas afirmaciones que al cabo de 15 días se las lleva el viento y quedan en nada. Este afán por prometer y por entrar a todos los trapos propicia iniciativas surrealistas, como la de Isabel Díaz Ayuso de instar a los madrileños a llenar de flores sus balcones o la de Ione Belarra, de proponer la creación de supermercados públicos, al estilo de la Unión Soviética, Cuba o la Venezuela chavista. Esta nacionalización de los súpers parece una medida más para distinguirse de lo que Belarra llama “la izquierda cuqui”, en referencia a la encarnada por Yolanda Díaz e Íñigo Errejón.
Muchos politólogos sostienen que las campañas son decisivas porque gran parte del voto se decide en los últimos días. Sin embargo, un veterano sociólogo, José Juan Toharia, que fundó Metroscopia y lleva 50 años haciendo encuestas, discrepa. “Las campañas sirven para muy poco. Infinitamente menos que el dinero que ganan algunos con ellas. El político se juega en unos días todo y echa el resto. Pero tanto las encuestas como las campañas mueven muy poco voto”, afirmó el pasado domingo en una entrevista en 'El País'.
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