La campanya militar (94)
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

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Bajmut, un revés premonitorio para Moscú

La situación en la región de Donetsk deja entrever el alto nivel disfuncional de la maquinaria de guerra rusa que pronto tendrá que hacer frente a una ofensiva ucraniana a gran escala

Un soldado ucraniano de artillería dispara un proyectil en Bajmut.

Un soldado ucraniano de artillería dispara un proyectil en Bajmut. / Reuters

A estas alturas de la guerra en Ucrania cabría pensar que Bajmut ya tenía que estar en manos rusas desde hace al menos algunas semanas. Moscú, con un claro protagonismo del grupo mercenario Wagner, acompañado de fuerzas regulares de paracaidistas y unidades mecanizadas de infantería, lleva meses empleándose a fondo para lograr al menos una victoria puntual que le permita contrarrestar la pésima imagen que acumula desde que Kiev tomó la iniciativa en el campo de batalla el pasado otoño. Sin embargo, hoy no solo está lejos de poder cantar victoria, sino que, tras haber logrado casi completar el cerco y dejar al Ejército ucraniano con tan solo una vía de conexión por la que alimentar el esfuerzo defensivo, hoy incluso está retrocediendo. Sobra decir que las tropas invasoras tampoco han conseguido avances en ningún otro punto de los mil kilómetros de frente.

La suerte de Bajmut no está echada, pero lo que allí ocurra no cambiará el signo de la guerra para ninguno de los dos bandos. Aunque no haya sido recuperada totalmente de manos rusas, la situación actual ya sirve para mostrar algunos rasgos que no dejan a Rusia en muy buen lugar. Por un lado, vuelve a resultar evidente el escaso nivel operativo de sus fuerzas armadas en combate y el limitado rendimiento de su material, sobre todo en acciones como esta, en las que es necesario combinar diferentes tipos de armas y unidades (acorazadas, mecanizadas, artillería, zapadores y apoyo aéreo). Por otro, si hacemos caso a las protestas del ya famoso jefe de Wagner, también está poniendo de manifiesto la ineficiencia del aparato logístico, al no ser capaz de proporcionar en tiempo y lugar adecuado la munición que necesitan las unidades de primera línea para conquistar sus objetivos; aunque esa misma escasez de munición puede ser el resultado de las penurias que crecientemente está sufriendo la industria de defensa rusa por efecto de las sanciones internacionales.

Espectáculo inaudito

En el plano político también resulta inaudito el espectáculo que supone ver a Yevgueni Prigozhin, jefe de Wagner, despotricar públicamente contra el ministro de defensa, Serguéi Shoigu, y el jefe del Estado Mayor y actual jefe de las fuerzas rusas embebidas en Ucrania, Vitaly Gerasimov. Cabe entender que Prigozhin ha hecho de Bajmut su carta principal para demostrar ante Vladímir Putin la valía de su fuerza mercenaria, por encima de unos mandos militares con los que pugna por ganarse los favores del Kremlin en aventuras no solo militares sino también empresariales que van mucho más allá no solo de esa pequeña ciudad en disputa sino de la propia Ucrania.

De ahí cabe deducir igualmente el interés de los citados mandos militares para anular a quien perciben como un rival político. Como resultado, vuelve a quedar de manifiesto el problema que representa apostar por una fuerza armada que ni se coordina con las fuerzas regulares desplegadas en el mismo escenario, ni mucho menos se subordina a la jerarquía militar. Entretanto, Prigozhin, en otro alarde de indiscreción y prepotencia, sostiene que los puntuales avances ucranianos en la ciudad son causados por el mal desempeño de las fuerzas regulares encargadas de garantizar los flancos de la operación en la que Wagner lleva el esfuerzo principal en el frente central de asalto a la localidad.

En definitiva, Bajmut, a pequeña escala, permite entrever el alto nivel disfuncional de una maquinaria de guerra que muy pronto tendrá que hacer frente a una ofensiva ucraniana a gran escala. Más problemas a la vista.

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