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Rosa Paz

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Periodista. Comité editorial de EL PERIÓDICO

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Normalidad democrática

Joe Biden y Carlos III de Inglaterra, cuyo padrino fue asesinado por el IRA, han asumido el fin del terrorismo y la defensa de los objetivos que perseguía por vías políticas

Joe Biden, pronuncia un discurso sobre desarrollo empresarial en la Universidad de Ulster en Belfast.

Joe Biden, pronuncia un discurso sobre desarrollo empresarial en la Universidad de Ulster en Belfast. / AFP/Jim WATSON

Hace justo un mes que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó oficialmente Irlanda, la tierra de sus ancestros, y de aquel viaje quedan algunos documentos gráficos, entre ellos un selfi que el mandatario americano se hizo con Gerry Adams, el antiguo dirigente del Sinn Féin, que también fue miembro del IRA. Adams, junto al unionista David Trimble, fue uno de los artífices de la paz en el Ulster

Hace escasamente dos semanas, Michelle O’Neill, la actual líder del Sinn Féin, fue invitada, y acudió, a los fastos de la coronación de Carlos III en Londres. Parece, por tanto, que los dirigentes políticos estadounidenses, que mediaron en el Acuerdo de Viernes Santo que puso fin a la violencia en Irlanda del Norte, y el propio Rey, a cuyo padrino asesinó el terrorismo irlandés, han asumido la normalización democrática que supone el fin del terrorismo y la defensa por vías exclusivamente políticas de los objetivos que este buscaba. En ese caso, la independencia del Reino Unido y la reunificación con la República de Irlanda.

Se podría alegar que los británicos han tenido más tiempo para asimilar la tragedia que supone, especialmente para las víctimas, la existencia de una banda que extorsiona, secuestra y asesina y la incorporación posterior de sus miembros a la vida normal. Han pasado ya 25 años del acuerdo de Semana Santa de 1998. Aquí, el terrorismo tardó más en desaparecer. Pero hace casi 12 años del anuncio del fin de la actividad violenta de ETA, más o menos el tiempo que la reina Isabell II de Inglaterra —¿traidora?, ¿cómplice?— tardó en estrechar la mano de Martin McGuinness, ese sí, uno de los antiguos jefes del IRA, a quien la monarca dedicó una amplia sonrisa.

Parece que aquí hay quien ha olvidado que lo que se buscaba con los acuerdos antiterroristas, firmados también por el PP, era que ETA cambiara bombas por votos, que decía Rubalcaba, y se incorporara a las instituciones democráticas. Ahora a la derecha le cuesta admitirlo. Sobre todo si cree que eso le puede dar réditos electorales.

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