Periodista
Rafael Vilasanjuan
Periodista
Migrantes en campaña
El país que durante generaciones ha sido lugar seguro para la gente en busca de progreso y libertad ha derogado por fin una ley que argumentaba razones de salud pública para expulsar a cientos de miles de personas
Joe Biden tiene un nuevo frente en la frontera sur. El país que durante generaciones ha sido lugar seguro para la gente en busca de progreso y libertad ha derogado por fin una ley que se ha hecho famosa a través de su Título 42, por el que, a consecuencia de la pandemia, argumentaba razones de salud pública para expulsar rápidamente, sin derecho a solicitar asilo, a cientos de miles de personas, entre ellos más de 15.000 menores no acompañados.
A pesar de que los expertos de su propio servicio de vigilancia epidemiológica nunca defendieron que los inmigrantes suponían un riesgo mayor de salud pública al que ya existía dentro del país, Trump descubrió que no le hacía falta construir más vallas, le bastaba utilizar la treta como barrera. Separó a familias enteras, devolviendo en caliente a los padres. Cuando Biden entró en la Casa Blanca prometió desterrar el desprecio y el dolor de las familias separadas y evitar la expulsión forzosa de menores.
Con la ley vigente la frontera entre México y EE. UU se convirtió en un lugar muy parecido al infierno. Un tapón con miles de casos reportados de ataques violentos a los devueltos en caliente, sin esperar una sentencia que decidiera el derecho o no al asilo.
El final de la emergencia de COVID’19 ha dejado sin efecto la ley, pero le ha llegado a Biden en el peor momento, cuando se inicia una carrera electoral, donde todo apunta que Trump será de nuevo su contrincante, y con él volverán los “migrantes salvajes”. Curiosamente Trump que ha sido condenado por abuso sexual, calificaba en la anterior campaña a los migrantes de una invasión perversa de traficantes y violadores.
Ahora volverán de nuevo al centro del debate, porque expandiendo el miedo hacia ellos los populistas radicales acaban ganando el poder y no solo en EE.UU. Pero al gobierno le ha entrado pánico, no tanto a las entradas como a su utilización política. Por eso, a pesar de que, sin ellos, ni América – ni Europa- pueden ser grandes, durante la campaña vienen malos tiempos para los que quieren entrar.
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