#LoDeNachoVidal

Nacho Vidal o cómo el porno acaba con uno mismo

El actor habló de su soledad y de que no merece este final. Y yo me acordé que menos lo merecen tantas mujeres explotadas por una industria que nunca las trató como personas y que no tienen voz ni focos

Nacho Vidal en una reciente entrevista en La Sexta.

Nacho Vidal en una reciente entrevista en La Sexta. / Nacho Vidal Monegal

Ana Bernal-Triviño

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Hace años, Jordi Évole hizo un programa donde unas adolescentes confesaban cómo el porno les llevaba a recibir o hacer cosas que no querían en el sexo, porque les hacía sentir "una mierda". Évole les decía: "Lo que contáis raya la violación". Y todo el grupo, chicos incluidos, respondió: "Sí". Aquello puso en la tele algo que ya decíamos quienes sabemos algo de esto, pero una parte no quiere escuchar y otra solo criticar. 

La misma sensación tuve en el último programa de Évole con el actor porno Nacho Vidal. Yo he debido perderme algo porque él hablaba de haber rodado un porno romántico, de casi obra de arte comparada con un Miró. Y yo lo que recuerdo de él son vídeos donde agarraba a las mujeres del pelo, recibían golpes o, como él mismo decía, metía la cabeza de ella en el váter. Él justificaba que aquel váter era limpio (habrá que dar las gracias) y ficción, una fantasía. Claro, es fantasía replicar una técnica de tortura de la misma CIA. ¿Desde cuándo las mujeres tienen un orgasmo con la cabeza en el WC? Si tan artístico es, ¿cómo es que él nunca pensó en su peli meter la cabeza en ese lugar donde se orina o excreta? ¿O acaso era una forma de decir que las mujeres somos una mierda?

Vidal confesó haber pasado más de cien enfermedades sexuales y que de aquello tiene una enfermedad crónica dolorosa. Comentó que desde joven se pinchaba "testosterona" para estar "cachondo" todo el tiempo. Que por eso su cuerpo ya no la crea e influye en su depresión. Recomendó que nadie se dedique al porno: "De cien chicas que quieren ser actrices porno se quedan dos. Cuando se lo explico y ven lo que es salen corriendo". Visto esto, al final, va a ser que el porno no era tan artístico.

Yo lo escuchaba y me acordaba de especialistas que llevan años alertando de esto, siendo ridiculizadas. Pero, sobre todo, de las pocas, pero valientes exactrices porno que hablan aún con miedo para confesar haber sido violadas o que no controlan su esfínter por una triple penetración en rodaje, u otra que tenía un prolapso rectal por grabar una 'rosebud', uno de los contenidos más vistos en las web bajo títulos como "le rompen el culo" o "desgarro anal". Recordaba también las que cuentan sus enfermedades sexuales, sus traumas, depresiones, las alteraciones en sus reglas, sus abortos o escuchar de un médico que su cáncer de garganta podía ser por aquellas bukakes cuyos rodajes no quiere recordar. Y sí, también su pobreza, que ellas no cobraban lo que ellos. Solo eran carne de exposición. Hasta la siguiente. 

Vidal habló de su soledad y de que él no merece este final en sus días. Y yo me acordé que menos lo merecen tantas mujeres explotadas por una industria que nunca las trató como personas y que no tienen voz ni focos. Eso sí, de todo lo que dijo, con sus enfermedades y depresión, algo es evidente. Que #LodeNachoVidal demostró cómo el porno acaba contigo y con cualquiera. Si eso ha pasado con la estrella porno más grande, que tenía el poder en las escenas y varón, imaginen cómo se acaba de ahí para abajo… y mujer. 

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