Cita con las urnas

La democracia se la juega en Turquía

Son estas las primeras elecciones en las que parece que una oposición unida puede tener la capacidad de forzar un relevo en el Gobierno de Ankara y revertir la deriva autoritaria turca

Una mujer turca ondea una bandera junto a un inmenso retrato de Erdogan.

Una mujer turca ondea una bandera junto a un inmenso retrato de Erdogan. / DPA / EUROPA PRESS

Ruth Ferrero-Turrión

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Las elecciones que tendrán lugar este domingo en Turquía son, probablemente, uno de los procesos electorales más relevantes de todo el año 2023. Su posición geográfica y su tamaño hacen de este país una pieza clave en una región y un contexto internacional especialmente convulso. Su protagonismo ha sido y es indudable. Ha sido el actor necesario para frenar los flujos de personas que huían de la guerra de Siria en dirección a Europa, también ha sido imprescindible como mediador entre Ucrania y Rusia en la cuestión del grano, ejerce como potencia regional en Oriente Medio y el Cáucaso, y, especialmente, durante el último año también se ha convertido en uno de los principales dolores de cabeza de la OTAN. Por tanto, lo que suceda en Turquía, sí, afecta y mucho a Europa, por supuesto, pero también a un ámbito mucho más global.

Durante los últimos veinte años el liderazgo de Erdogan no ha sido puesto en cuestión. Durante años su populismo, conservadurismo, nacionalismo e islamismo moderado, en distintas dosis según el momento, no fueron cuestionados de manera sustantiva. El propio régimen se encargó de apagar cualquier atisbo de protesta, así frenó la amenaza de las primaveras árabes en 2011 y reprimió sin contemplaciones las protestas del parque Gezi en 2013. Hace años ya que se habla de la fuerte crisis de la democracia por la que atraviesa Turquía. La deriva autoritaria del régimen quedó perfectamente explicada en el libro de Ece Temelkuran 'Cómo perder un país: los siete pasos que van de la democracia a la dictadura'. En el caso turco la implantación de un autoritarismo competitivo combinado con políticas económicas neoliberales, una reislamización de la sociedad, y las quiebras del Estado de derecho y de la libertad de prensa han conformado hasta la fecha un régimen prácticamente indestructible. 

Y sin embargo, si algo no pueden evitar estos regímenes, aunque lo intentan de manera denodada, es negar algunas de las evidencias que los ciudadanos y ciudadanas sufren y ven cotidianamente. Una economía colapsada con una inflación del 72% y una buena parte del territorio arrasado por un terremoto han abierto una ventana de oportunidad para que se puedan producir cambios en la esfera política por vez primera después de dos décadas. Son estas las primeras elecciones en las que parece que una oposición unida puede tener la capacidad de forzar un relevo en el Gobierno de Ankara y revertir la deriva autoritaria turca. Los sondeos otorgaban cinco puntos de diferencia a la oposición que, además, con el 50,5% conseguiría la victoria sin necesidad de una segunda vuelta. Confiemos en que, en el caso de una derrota, Erdogan acepte los resultados sin oponer resistencia.

Los argumentos que podrían dar la victoria al que se conoce como 'Gandhi turco', Kemal Kilicdaroglu, serían la promesa de una mayor democratización, europeización y occidentalización del sistema político turco. La alternancia en el poder sería una buena noticia para comenzar a recuperar la democracia en Turquía, el resto, todo se andará. 

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