Giro político

Chile bipolar

El presidente Boric ha sugerido a la derecha que no haga lo mismo que ellos en la anterior constituyente y que busquen el consenso

Leonard Beard

Leonard Beard / Leonard Beard

Salvador Martí Puig

Salvador Martí Puig

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¿Es posible pasar a defender los derechos de la naturaleza a negar el cambio climático en un par de años? Esto ha ocurrido en Chile. Por eso hoy medio mundo se pregunta cómo se puede elegir en 2021 una constituyente con mayoría absoluta de independientes de izquierda, y dos años más tarde una nueva constituyente con una supermayoría de derechas.

Para responder esta pregunta es preciso señalar que han pasado muchas cosas que, creo, se pueden agrupar en cuatro apartados. El primer apartado está relacionado con los temas de campaña que han ocupado el debate en estos comicios, que son los que habitualmente favorecen a la derecha: la inmigración, la seguridad y la inflación. La llegada, desde hace años, de inmigrantes venezolanos junto con la reciente oleada de recién llegados peruanos y bolivianos han hecho que el discurso racista que apela al cierre de fronteras haya florecido. A la vez, la creciente preocupación por el incremento de los pequeños delitos y el deterioro de la seguridad han supuesto la bienvenida del discurso de “mano dura” que siempre maneja la derecha radical. Finalmente, el tema de la inflación y la carestía de la vida, fruto de una coyuntura internacional de recesión, ha erosionado al Gobierno en turno.

El segundo apartado, también vinculado al estado de ánimo, da cuenta de la lógica internacional de polarización donde los discursos de la derecha radical están triunfando. Es pertinente señalar el peso que han adquirido los imaginarios de rabia y desdén a los derechos humanos desplegados por Trump, Bolsonaro, Duarte, Le Pen u Orbán. En esta lógica se mueve el ganador de la contienda, José Antonio Kast, quien pertenece a esta familia ideológica.

El tercer apartado se vincula a cuestiones de diseño institucional en el que se han llevado a cabo las elecciones, que es el mismo con el que se escoge el Senado chileno. Este formato, con 16 distritos de tamaño muy pequeño y con una fórmula proporcional abierta ha supuesto la sobrerrepresentación de la derecha radical (el Partido Republicano), ya que con un 35,6% del voto casi consigue la mitad de la representación, mientras que las formaciones tradicionales de centro que se presentaron con la coalición Todo por Chile no obtuvieron ningún representante a pesar de haber conseguido el 10% del voto. A este formato institucional, además, se le añadió el mandato de “voto obligatorio”, hecho que llevó a las urnas a un sector de la ciudadanía que habitualmente no vota y que, cuando lo hace, parece decantarse por el discurso populista. Así las cosas, si bien todas las encuestas vaticinaban una victoria de la derecha, el reparto definitivo de los representantes ha sido sorprendente: la derecha radical de Kast ha obtenido 22 curules, la coalición izquierdista que apoya a Boric 17, la derecha tradicional (de formaciones sin ninguna veleidad centrista) ha conseguido 11, y un representante mapuche vinculado a los movimientos sociales ha conseguido un escaño después de atesorar un 2% del sufragio. 

Sobreexposición mediática y frivolidad

Finalmente, el cuarto y último apartado está estrechamente conectado con la falta de capacidad que tuvieron los representantes de la izquierda social (y partidaria) para gestionar el crucial mandato que fue el proceso constituyente anterior. Un proceso que fue una oportunidad única y que se arruinó por una trágica combinación de maximalismo, sobreexposición mediática y frivolidad. La presencia un 20% de votos nulos y blancos en las elecciones son la expresión del descontento y hartazgo que acumula un sector de los ciudadanos respecto a la labor de sus políticos. 

De todas formas, el proceso constituyente chileno no ha terminado. El Consejo Constituyente que se acaba de elegir deberá trabajar sobre un borrador de Ley Fundamental confeccionado por un Consejo de Expertos. Una vez consensuado (o no) un texto se convocará nuevamente, en diciembre, al pueblo chileno a las urnas. 

La paradoja de esta nueva coyuntura hoy es la siguiente. El presidente Boric, en sus últimas declaraciones, ha sugerido a la derecha que no haga lo mismo que ellos en la anterior constituyente y que busquen el consenso. Mientras, la formación de Kast, que no quería una nueva constitución, deberá liderar la constituyente. 

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