Mateu Alemany: más allá de la tormenta, navegando con viento a favor
El directivo mallorquín, retraído, serio, pero también ambicioso e imperturbable, decide navegar en mares más plácidos que los del club azulgrana
Josep Maria Fonalleras
Escritor
La proyección pública de Mateu Alemany (discreta, pero contundente, con un cierto halo de elevación moral, como quien es consciente de que vive en un estadio superior al resto, pero sin querer hacer demasiado alarde) es bastante acorde con la propia personalidad de quien se dedica al negocio del fútbol desde que, con 26 años, en 1989, entró en el Real Mallorca (el club de su tierra natal) como adjunto a la gerencia. Los datos del abogado que acaba de dejar el Barça para ir (según todas las informaciones) al Aston Villa de Birmingham, hablan de su afición a la vela, al pádel y al golf y de su fuerte carácter competitivo, desde que jugaba de joven a fútbol sala hasta que, de mayor, se ha convertido en una referente gracias a su capacidad de negociación que algunos han llegado a calificar de “milagrosa”. Sin ir más lejos, el comunicado que emitió el Barça para anunciar, por sorpresa, la desvinculación de Alemany, hablaba de su habilidad en “cerrar operaciones que parecían imposibles y dotar al entrenador de equipos competitivos, dentro de los problemas económicos que todavía arrastra el club”. Es decir, Alemany es "un genio de los despachos", como ha escrito el periodista Frank Bayer, el "cerebro" del Barça que está a punto de ganar la liga, "el arquitecto real del proyecto de Laporta". El 'Daily Mail' lo ha calificado como “gurú” y conocidos suyos lo han definido con este símil: “Hay muchos que sacuden las ramas esperando a que caiga la fruta; él, no. Él sube al árbol y coge la manzana que quiere”.
Alemany es un líder, quizás en la sombra, pero líder al fin, y lo fue cuando se convirtió en el abanderado de una plataforma que pretendía poner fin a la época Villar al frente de la Federación Española de Fútbol. Aquella “revolución territorial” no prosperó, pero sirvió para que el hasta ahora director de fútbol azulgrana acabara de tejer un montón de complicidades en un mundo en el que las relaciones y la agenda lo son casi todo.
Alemany estuvo 16 años al frente del Mallorca. Con distintas responsabilidades. Pronto fue su gerente, se convirtió en consejero delegado y después en presidente, con el apoyo de quien entonces era el máximo accionista del club, Antonio Asensio. Participó activamente en la conversión en sociedad anónima deportiva, logró varios éxitos deportivos (una Copa del Rey y una clasificación para la Champions) y se convirtió en el hombre fuerte de la entidad. Una vez fuera, por discrepancias con la nueva hornada de accionistas, el Mallorca fue de mal en peor. Hasta que le llamaron de nuevo y volvió a ser presidente (en el 2009) y fue recibido, por los aficionados y por la propia plantilla, como un revulsivo deportivo. Alguien que, desde los despachos y el palco, era capaz de cambiar el rumbo de una nave que iba a la deriva. Con este bagaje (y gracias a las gestiones y recomendaciones de Tebas -sí, de Tebas, con quien Alemany mantiene una buena relación-), el controvertido y odiado dueño del Valencia, Peter Lim, le fichó como gerente. Duró dos años, justo el tiempo de reflotar al club ché y de enfrentarse al empresario de Singapur para emprender nuevas aventuras.
Diplomático
Lo que sí puede decirse de Mateu Alemany es que sabe despistar al personal. Podría haber hecho carrera como diplomático, si no fuera que su vida ha sido y parece que será el fútbol. En 2006, cuando se iba por primera vez del Mallorca, dijo: "Me desvinculo y no volveré". Y volvió, como hemos visto. Ahora, hace un mes, poco antes de anunciar que salía del Barça, afirmaba que los rumores sobre el Aston Villa eran “un asunto privado” y recalcaba que seguiría en el club. Y todavía hace menos tiempo, el 29 de abril, aseguraba: "Estamos preparados para empezar a actuar en la plantilla, será un verano muy interesante".
Lo será, pero en Birmingham, que es donde hay más dinero y más posibilidades de ir a su aire, sin que la sombra omnipresente de Laporta o ese alambicado e hipotético regreso de Messi, que no era bien visto por el mallorquín, o la crisis financiera le nublen la travesía. El presidente del Barça (tras las fugas de Jaume Giró y de Ferran Reverter) ahora ve cómo se tambalean dos patas del trípode que le mantenía en un cierto equilibrio: hay rumores de que Jordi Cruyff también se lo repiensa. Las perspectivas son nefastas, se mire como se mire, y todavía quedan sorpresas en el armario. Mientras tanto, Alemany, retraído, serio, pero también ambicioso e imperturbable, decide navegar en mares más plácidos, con viento a favor.
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