Nuevo modelo de trabajo

Hacia la semana laboral de cuatro días

Se han hecho muchos experimentos, como el de Islandia de 2015 a 2019 con 2.500 personas. Los resultados son muy positivos: los trabajadores reducen el estrés, mejoran la salud y la conciliación de la vida personal y familiar

Trabajadores en una oficina.

Trabajadores en una oficina. / PEXELS

Oriol Amat

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En 1870, en la mayoría de los países industrializados se trabajaban un mínimo de 10 horas diarias durante 6 días a la semana y sin vacaciones. Eran unas 3.000 horas al año y la vida de muchas personas era miserable. Con los años, se ha mejorado mucho, pero la evolución no ha sido fácil. Podemos recordar, por ejemplo, al magnate del carbón y el acero norteamericano Henry Clay Frick, que fue un firme opositor de la reducción de la jornada laboral durante la década de 1890 y protagonizó algunos de los episodios más sangrientos contra la lucha obrera, como la Masacre de Homestead, donde murieron 10 trabajadores. Otro caso, es la huelga de 44 días de la eléctrica La Canadiense en 1919 que paralizó Barcelona y afectó todo el país. Consiguió que el Gobierno español decretara la semana laboral de 40 horas (5 días de 8 horas). Unos años antes, en 1912, la automovilística Ford ya aprovechaba los adelantos tecnológicos para reducir la jornada hasta las 40 horas semanales y duplicar salarios. Mejoró la productividad y la satisfacción de trabajadores y clientes. Hoy en día, el número de horas de trabajo anual en muchos países industrializados ya es de unas 1.600 horas, con excepciones como Alemania (1.350 horas) o los Estados Unidos (1.750 horas). Son avances en las condiciones laborales que han mejorado claramente la vida de los trabajadores.

Desde hace algunos años, y sobre todo a raíz del covid, se ha puesto sobre la mesa la conveniencia de reducir la jornada laboral de 5 a 4 días en la semana, sin reducir el sueldo. Se han hecho muchos experimentos, como el de Islandia de 2015 a 2019 con 2.500 personas. Los resultados son muy positivos: los trabajadores reducen el estrés, mejoran la salud y la conciliación de la vida personal y familiar. Y la reducción de los desplazamientos descongestiona el transporte favoreciendo la sostenibilidad. La sorpresa ha sido baja el absentismo en las empresas y no pierden productividad y, en algunos casos, lo aumentan. Y hay administraciones públicas que dan ayudas a los que adoptan la semana de 4 días.

Precedentes

Muchos ya han dado el paso, como la pyme de la automoción Tapla (Lliçà de Vall) o Software Delso (Jaén), que lo hace desde 2020, y su dirección defiende que han ganado en productividad, compromiso de la plantilla y retención del talento. Es el mismo que concluyen los experimentos que se están haciendo por todo el mundo, con semanas de 4 días y entre 32 y 35 horas de trabajo en la semana, pero también indican que hay que ir con precaución en el caso de las empresas más pequeñas o las que no sacan todo el provecho de las nuevas tecnologías y de la organización del trabajo y las reuniones. En muchos casos se consigue que reduciendo los días de trabajo gane el trabajador, la empresa y la sociedad, pero también hay empresas que no están contentas, en unos casos porque se reduce la interacción entre compañeros de trabajo y otros creen que baja la productividad. Por lo tanto, hay que organizar bien el trabajo y los sistemas de motivación y control, y conseguir el compromiso y el rendimiento de las personas. Y, además, no tenemos que perder de vista que tenemos otros retos muy importantes que también piden medidas urgentes, como la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, puesto que todavía no se han recuperado los niveles de 2008, y la alta inflación actual todavía lo complica más. Por lo tanto, todo apunta que con la semana de 4 días podemos ganar todos, pero hay que hacerlo bien para aprovechar las ventajas y garantizar que no perdemos competitividad.

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