Un sofá en el césped

Ruta 41 hacia la Jerusalén renovada

Barcelona 29.04.2023. Deportes. Pedri junto a Ansu Fati y Raphinha en una pausa durante el partido de liga entre el FC Barcelona, Barça, y el Betis. Fotografía de Jordi Cotrina

Barcelona 29.04.2023. Deportes. Pedri junto a Ansu Fati y Raphinha en una pausa durante el partido de liga entre el FC Barcelona, Barça, y el Betis. Fotografía de Jordi Cotrina / Jordi Cotrina

Josep Maria Fonalleras

Josep Maria Fonalleras

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A veces, para explicar un momento, para dar cuenta del instante, resulta que no tenemos a mano suficientes imágenes o metáforas que nos ayuden a entender la cosa o a darle un significado preciso. A veces, los reclamos poéticos nos llegan en tropel, desaforados, sin saber dónde escoger.

Vamos por partes. En la noche del sábado, el Barça ganó cómodamente al Betis y empezó lo que ya podemos llamar, indefectiblemente, “cuenta atrás”. Quedan 18 puntos en juego y hay una distancia de 11 de ventaja. En la próxima jornada intersemanal, si el Barça cumple y el Madrid pincha en el Reale Arena, serán 15 contra 14 de margen. Es decir, y sin tener que ser matemático, el Barça puede ganar la Liga en Cornellà-El Prat, dejando atrás, como propina, un reguero de olor a Segunda entre los pericos.

Bueno, al menos es algo de emoción en un tramo final que prometía ser agónico, y no por temor a perder el liderato (eso ya pasó) sino por ese aire cansino que acompañaba al equipo hasta alcanzar la tierra prometida de un triunfo que casi se daba más por incomparecencia del contrario que por ambición propia. Lo cierto es que el Barça del sábado fue como la esperada lluvia de mayo (a finales de abril), que empapó a los culés hasta el tuétano, física y espiritualmente. Esta es la primera metáfora. Después de demasiadas jornadas de sequía, por fin se juntaron las fuerzas de la naturaleza que dormitaban en la enfermería. Un Pedri en forma (poco a poco) es un rayo de esperanza, y más si está la brújula de Busquets y el poderío tormentoso de Araújo, y con Lewandowski algo más entonado y con Dembélé de nuevo por la banda.

La segunda metáfora es musical. Estos días no sé si se han dado cuenta que un tal Bruce Springsteen ha dormido, paseado, comido y cantado en y por Barcelona. Una excursión con sus amigos, como quién dice. Una de sus canciones va sobre viajes y sueños. Se llama “Thunder Road” y dice: “Show a little faith, there’s magic in the night”. Y añade: “Hey, I know it’s late, we can make it if we run”. Que viene a ser algo así como que no perdamos la fe porque hay magia nocturna y, aunque sea tarde, podremos conseguirlo si corremos.

Los que fueron al concierto en Montjuïc y también al Spotify Camp Nou puede que pensaran en esta banda sonora para conjuntar los dos espectáculos. El primero, asegurado. El segundo, con atisbos de magia y velocidad. Bruce no la canta, pero el Duo Dinámico, sí: “Quince años, tiene mi amor”, que son los que tiene este chaval de 4º de ESO que se convirtió en la Carretera del Trueno (la “Ruta 41”) para los barcelonistas, con destellos de ilusión infantil para olvidar deudas, follones varios, créditos, hipotecas, el loco aumento del carnet y otras lindezas por el estilo.

Y tercera metáfora. La pronunció Haldun Firat Köktürk, que no es un lateral turco sino el constructor de la reforma del Camp Nou. “Será como el Jerusalén de los deportes: todos querrán visitarlo”. Esperemos que, a parte de turistas y empresarios, el aficionado también quiera entrar en el templo. Para ver fútbol, sobre todo para ver fútbol.

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