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El traslado del Barça: Montjuïc y el pesimismo

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El Barça presenta su plan de acceso al estadio Lluis Companys en Montjuic para la temporada 2023-24

El Barça presenta su plan de acceso al estadio Lluis Companys en Montjuic para la temporada 2023-24 / Valentí Enrich

Siempre he querido contar mi historia con el señor Pradell (el nombre es inventado para preservar su honor). Un día de partido, cuando era un estudiante de 18 años y pobre, fui al Camp Nou sin entrada y, cómo hacían otros chicos, preguntaba a los socios si tenían un carnet de sobras. Un señor, Pradell, me dijo que sí. Por un buen precio, entré con él y vimos el partido juntos. Cada vez que el Barça marcaba, lo celebrábamos dándonos la mano, contentos.

A la salida, cuando nos despedíamos, Pradell me dijo que el carnet era de su hijo, que estaba en la mili, y podíamos repetir mientras él no regresara. Nos dimos el teléfono y al cabo de unos días me llamó. ¿Quería ir al campo con él? Le hice saber que no podía permitírmelo, tan a menudo, y él dijo que no me preocupara. Me invitaba gratis, le gustaba mi optimismo culé. Así es como Pradell me adoptó como hijo barcelonista durante meses.

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Cuento esto para remarcar que muchos socios tienen con el Camp Nou una relación sentimental, llena de anécdotas, de comunión con los vecinos de asiento, de noches inolvidables. Por eso ahora el traslado a Montjuïc durante un año y medio es traumático y se ve lleno de inconvenientes. Además, la actualidad barcelonista tiene tantos frentes abiertos que cualquier novedad —deportiva, social o económica— se recibe con incertidumbre y desconfianza. Después de unos años memorables, parece que el tremendismo quiera arrastrarnos de nuevo hacia esa zona oscura que iba del “más que un club” al “este año tampoco”.

Sin embargo, estaría bien que aprovecháramos las escasas alegrías para invertir en ilusión. Pienso por ejemplo en el título liguero: cuando finalmente llegue, no le quitemos méritos, ya lo harán en Madrid. Pienso también en el exilio en Montjuïc. Si todavía está vivo, ojalá, el señor Pradell quizá diría: “Qué mal negocio, quieren que vuelva Messi para acabar jugando en Montjuïc ante unos turistas”. Entonces yo replicaría su pesimismo diciendo: “sí, pero imagínese que el partido inaugural del nuevo Camp Nou fuera el del homenaje a Messi, el día que se retire. ¿No estaría mal, verdad?”.