Parece una tontería

Oportunidad ganada

Es dificilísimo resistirse a perder oportunidades. Qué menos que dejarlas escapar cuando están al alcance de la mano

Medallas, relojes y encendedores para el mejor postor en los Encants.

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Juan Tallón

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«Qué fácil es enroscarse en un error», le dije a mi hija después de perderme por tercera vez en las afueras, tratando de dar con un negocio en el que venden cosas de segunda mano sorprendentes. Me había hablado de él una amiga que en una de sus visitas se hizo con unas Converse Weapon de los ochenta nuevecitas y una primera edición de 'Don Hamlet', de Álvaro Cunqueiro. Cuando casi estaba cerca, no encontré aparcamiento, de modo que se nos hizo tardísimo y tuvimos que regresar. Media tarde perdida. Cuatro días después fuimos con tiempo, y lo encontramos, pero cerrado. Justo ese día no abría. Volvimos al siguiente, y con estupor descubrimos que también estaba cerrado. Solo entonces, mientras nos cagábamos en los dueños, nos fijamos en un cartel pegado en el escaparate que decía que estaban de vacaciones de tal a cual día

Es dificilísimo resistirse a perder oportunidades. Qué menos que dejarlas escapar cuando están al alcance de la mano. Es como si a nadie le gustase perder la oportunidad de perder una oportunidad. A veces parece que no esté en tus manos hacerlo bien en el momento preciso: solo hacerlo mal. Las oportunidades perdidas son el gran tema de millones de canciones, libros, películas, conversaciones. Sin ellas, nos perderíamos otras muchas cosas. 

Aprovechar una ocasión demanda esfuerzos, dosis de suerte. Tengo una amiga, Teté, que el día antes de quedar para corrernos una fiesta, con la vieja pandilla al fin reunida, ella se corre por su cuenta una aún más grande, por si acaso. Tiene una extraordinaria fe en las vísperas. «Siempre pasan cosas bonitas el día anterior», suele decir. En parte emplea ese método porque es fácil que el día señalado los planes no respondan a las expectativas, y la gran oportunidad acaba en ocasión perdida; de ahí la importancia de haber aprovechado al menos las vísperas. Las oportunidades perdidas, no obstante, son la esencia de la vida, lo que sabes que no dejará de suceder y lo que te hace soñar con la siguiente vez. Eso sí, qué bonitas son las oportunidades ganadas. Yo siempre las recomiendo.