Sant Jordi Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Tiempo de lectura

Compramos libros y con ellos nos llevamos historias, memorias, poemas, viajes, ideas, ejercicios de estilo, pero sobre todo compramos el tiempo que dedicaremos a leerlos

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Se lee en minutos
Apps de lectura

Apps de lectura / Pixabay

Si usted lee este artículo de opinión —u otros de este diario— en su edición en papel, puede que se detenga a medio párrafo para dar un mordisco al bocadillo, o levante la vista del texto para matar una mosca de un golpe de periódico, o quizá sencillamente dejará de leer un rato para escuchar el piano de un vecino que hoy ensaya especialmente bien. Me gusta imaginar que el tiempo de lectura dedicado al diario se impregna de esa calma que reinaba en los cafés de antes, cuando no había tanta prisa y las palabras se paladeaban, ya fuera para discrepar, para asentir en silencio o incluso para añadir su propia opinión. En cambio, si usted lee este mismo artículo —u otros de este diario— en la versión digital, en la pantalla del móvil o en la tableta, habrá visto que junto a mi nombre hay un aviso en rojo que dice: “Se lee en 1 minuto”. Tranquilo, no se apresure, esto no es una carrera, pero es probable que, segundo arriba o abajo, tenga razón y mi artículo se pueda leer en solo un minuto —y ahora, calculo, ya debemos estar cerca de los 30 segundos—.

Así pues, me quedan 30 más para decir que la impaciencia que esconde este recuento del tiempo de lectura es inversamente proporcional rato al que yo he dedicado a escribirlo. Detrás de cada frase hay una pausa para encontrar la expresión justa, para retroceder y retocar un matiz, buscarle un final que me deje lo bastante satisfecho. Es verdad que mañana nadie se acordará de mi artículo, y ahí es donde el tiempo se detendrá de verdad. Mañana, además, es Sant Jordi, y con cada libro que compre la gente también se llevará su tiempo de lectura. Sin nadie que lo mida en minutos, porque la maravilla de los buenos libros es que alteran la percepción del tiempo, lo detienen o aceleran, lo transforman en palabras, imaginación, sensaciones. Sí, compramos libros y con ellos nos llevamos historias, memorias, poemas, viajes, ideas, ejercicios de estilo, pero sobre todo compramos el tiempo que dedicaremos a leerlos. Es ese abandono feliz que nos distrae de tener que contar cinco, cuatro, tres, dos, uno. Ya está.

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