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Después de que hable Laporta, ¿quién será la Laura Borràs del Barça?

Florentino Pérez y Joan Laporta.

Florentino Pérez y Joan Laporta.

Albert Sáez

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Joan Laporta habló este lunes durante 2 horas para no decir nada. Es lo peor que puede hacer un líder. Imagino que por ese motivo retrasó tanto su comparecencia. El presidente del Barça no tiene nada que decir de los pagos a José María Enríquez Negreira mientras era vicepresidente del comité nacional de árbitrosLo que dijo lo podría haber dicho el primer día: es un ataque del Real Madrid que ha sido, es y será el equipo del régimen.

La reacción de Laporta se parece mucho a la que durante décadas tuvo Jordi Pujol y su partido cuando aparecían noticias sobre los pagos a sus hijos: "es un ataque de Madrid". Hasta que en julio del 2014 lo quiso reconocer todo de una vez con la inverosímil versión de la 'deixa', la herencia que el padre del 'expresident' habría dejado a sus nietos en Andorra. Pujol fue desposeído de todos sus honores, repudiado por su sucesor, Convergència fue disuelta como partido y refundada y sus seguidores quisieron conquistar la independencia para borrar de un plumazo sus vínculos con la corrupción del "régimen del 78" que les gusta decir. Si Pujol hubiera reaccionado a las primeras denuncias contra sus hijos, hoy sería el expresidente modélico que quiso ser, el patriarca venerable y venerado. Pero la acumulación de porquería y su negacionismo durante años lo convirtieron en un proscrito, disolvieron a su partido, enturbiaron su obra e invalidaron su posibilismo como fórmula política para Catalunya. Y posiblemente no lo hizo porque esos pagos no eran anecdóticos sino constitutivos de su éxito político, no eran consecuencia sino causa.

Lo trágico de la comparecencia de Laporta es que ha optado por el mismo camino que Pujol. Negar lo evidente y cubrirlo con un manto de persecución inverosímil va a convertir el 'caso Negreira' en un 'caso Pujol' segunda parte, una bomba de racimo que acabará por laminar a Laporta, al paradigma barcelonista de los últimos 40 años basado en el 'més que un club' y a lo bueno que se ha hecho durante los últimos 20 años, los mejores de la historia de la entidad. El drama es que una vez repudiado Laporta, refundar el Barça es más difícil que refundar Convergència y puede dejar el club en manos de una Laura Borràs cualquiera, la caricatura final del síndrome de la persecución de Madrid.  

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