El giro de Feijóo

Alberto Núñez Feijóo volvió de Semana Santa y dio un giro al marco mental de la precampaña del 28-M. Vino a decir que no estaba todo ganado, que las expectativas del PP en las municipales y autonómicas se ciñen a recuperar una o dos comunidades autónomas (básicamente València), que los resultados de mayo no prefiguran los de diciembre y que se hace personalmente responsable de los unos y de los otros. Algún gurú le habrá dicho que no le conviene desmovilizar a los propios antes de tiempo por mucho que el sector más excitado de la prensa y del empresariado ya de por hecho el ocaso de Pedro Sánchez. El movimiento de Feijóo ha tenido al menos tres consecuencias: dentro del campo de la derecha, algunos ya han afilado los puñales por si Feijóo se la pega el 28M y hay oportunidad de degollarlo; la Moncloa ha ganado credibilidad ante las bases locales del PSOE pues ya no es la única voz que dice que no todo está perdido, lo admite incluso el adversario; y ha frenado los planes de Pablo Iglesias para que Podemos no sume si el destino final es quedar ligado a Yolanda Díaz... en la oposición.

Miguel Ángel Rodríguez ha publicado un minucioso informe sobre la sopa de letras que forman los partidos a la izquierda del PSOE en las candidaturas autonómicas y municipales. Yolanda Díaz defiende que esa pluralidad no es más que el reflejo de la diversidad española. Tiene razón. Pero la ley electoral española y la mirada sobre España que se irradia desde Madrid deforman esa realidad hasta convertirla en insignificante. Si en las elecciones generales, Podemos acaba compitiendo provincia a provincia con las marcas locales de Sumar, el porrazo será estratosférico. Parte de ese voto perdido debilitará a su vez los resultados del PSOE y acabará beneficiando a PP y Vox. En este embrollo será fundamental el estado psicológico en el que esté cada formación el día después del 28M. Y en ese estado influirá mucho la foto que se transmita de los resultados. Quienes llevan años analizando encuestas, saben que lo importante no es solo quién sale ganador sino quién piensa la gente que será ganador. Feijóo se ha sacado presión y Sánchez juega tres partidas simultáneas: el poder territorial que conserve el PSOE, la conjunción de PP y Vox y la suerte de Yolanda Díaz que tiene que apoderarse de Podemos para no acabar fagocitando a los socialistas. 

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