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Messi, antes de un partido con el Paris SG.

Messi, antes de un partido con el Paris SG. / @PSG_inside

Messi. Leo. Lio. Una vez más, el nombre de Messi anda estos días en boca de todos. Hace años, cuando aun pensaba que agotaría toda su vida profesional en el Barça y se retiraría entre nosotros —un one club man de libro—, me atreví a imaginar cómo sería el futuro sin Messi. Me imaginé que a veces, espontáneamente, los aficionados en el Camp Nou corearían su nombre, “como una forma de premiar el talento de los demás jugadores, o como una exaltación de los tiempos felices”. Quien me iba a decir que ese día llegaría antes de su retirada, con su fútbol a más de mil kilómetros, y que sería a la vez un grito plañidero y una invocación sentimental. Así ha sido en los últimos dos partidos en el Camp Nou: decenas de miles de bocas pronunciando su nombre a la vez. En París le silban y aquí le aclamamos. 

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¿Pero volverá o no? Em medio del debate entre detractores y defensores, a la espera también de los cálculos de la maldita masa salarial, opinamos todos menos el propio Messi. Al final serán él y su familia quienes deban decidir qué pesa más, si el dinero a espuertas o el calor de esas voces que gritan su nombre. También deberán pensar si le basta cerrar su carrera con un partido de homenaje en el Camp Nou, o si le apetece volver de verdad al escenario, como ese bis que tanto agradece el público al final de un concierto. 

En realidad resulta un poco distópico desear la vuelta de Messi, como viajar a un pasado en el que fuimos felices. Sin embargo, no creo que esos aficionados que le esperan piensen que cambiaría radicalmente el rumbo de este Barça de Xavi, que tuvo muchas fases de un fútbol prometedor hasta que se lesionaron los mejores. No, el título de liga debe servir para que, si vuelve Messi, no sea visto como un salvador, sino para añadir variedad al proyecto y aprovechar esa influencia en el juego que lo hacía único. Un ejemplo: los magos de las estadísticas recuerdan que ante el Girona se llegó a los 100 partidos sin que el Barça consiga un gol de falta directa. Casi dos años. ¿Saben quién marcó el último? La respuesta está en el viento que viene del Camp Nou un día de partido.