Superabuela
La familia monoparental de Ana Obregón es igual o más válida que cualquiera. Y, el día que no esté, su hija la echará de menos como hacemos todas cuando pensamos en nuestros seres queridos
Imma Sust
Periodista
Vengo de una familia de abuelas potentes. Por circunstancias de la vida he tenido tres, dos paternas y una materna. Y de las tres guardo anécdotas increíbles. A una la recuerdo por el olor de su cocina. Hacía la mejor escudella que he probado y que jamás volveré a probar en la vida. La otra, con un carácter muy fuerte, subió a seis hijos y montó una empresa de la nada, enseñándome de pequeña que si una mujer quiere, puede con todo. Luego tenemos a la abuela materna, la más querida para mí. Jamás puse en duda su amor pensando que era demasiado mayor para quererme y tampoco pensé que era una pena tenerla por si fallecía antes que yo. En principio la cosa funciona así. Mueren los abuelos, luego los padres y al final tú. Aunque no siempre sucede en este orden, si no que se lo digan a Ana Obregón.
Viva y estupenda, está recibiendo dudas críticas por convertirse en madre de su nieta. Que si es demasiado vieja, que si va a morir dejando a la niña sola con quince años… parece que nadie se acuerde de que su hijo murió con 27 años. Nunca se sabe cuándo nos llegará la hora ni quién se irá antes. Ana Obregón es de ese tipo de personas que a mí personalmente me gustan. Personas que se niegan a ser lo que la sociedad espera de ellas. Ha conseguido darle la vuelta al debate de la gestación subrogada. ¿Y ahora resulta que el problema es que es una abuela demasiado mayor para criar a su hija? Me parece una hipocresía enorme, teniendo en cuenta que en este país la mayoría de los niños han sido criados por sus abuelos. Juzgar a una mujer porque es mayor no está bien y juzgarla porque no tiene pareja está fatal. Os voy a decir algo, personas con pareja y con una familia normativa. Las personas solteras acostumbran a tener una enorme red emocional y saben vivir en soledad. Esto, creerme que te da un poder increíble. Que la compañía sea una opción y no una necesidad es lo más. Y la familia monoparental de Ana Obregón es igual o más válida que cualquiera. Y, el día que no esté, su hija la echará de menos como hacemos todas cuando pensamos en nuestros seres queridos. Menos juzgar y más empatizar.
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