Reparación histórica

Bienes expoliados regresan a casa

Durante décadas nadie se planteó la devolución de estos bienes pero las cosas están cambiando. Es el comienzo de una tendencia que parece justa y que gana fuerza con rapidez

Leonard Beard

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Jorge Dezcallar

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¿Qué se debe hacer con las obras de arte expoliadas durante la época colonial? ¿Dejarlas en los museos que las albergan o devolverlas a sus países de origen? Es un tema abierto. Hace poco leí que el guardián de Babilonia piensa que las maravillosas puertas de Ishtar están muy bien en el museo Pergamon de Berlín, porque allí están más protegidas que si permanecieran en Iraq. Tuve la oportunidad de visitar Babilonia antes de la guerra, vi las condiciones en que estaban aquellas ruinas y por eso comprendo su postura, aunque vaya a contracorriente de la tendencia hoy dominante de devolver los bienes culturales robados (o comprados a precio de saldo) durante la época colonial. Como ejemplos, los soldados británicos saquearon en 1897 Benín City (Nigeria), de donde se llevaron hasta 5.000 objetos, mientras que los frisos del Partenón los compró el diplomático Lord Elgin en un momento en el que los otomanos que gobernaban Grecia no les concedían el menor interés, como prueba haber instalado allí mismo un polvorín. El turco que los vendió debió pensar que estaba loco aquel inglés, dispuesto a pagar por unas estatuas rotas. 

El coleccionismo solo comienza en el siglo XVIII tras el descubrimiento de las ruinas de Pompeya, los museos y los gabinetes de curiosidades son un invento europeo del siglo XIX y fue solo entonces cuando al amparo de los imperios coloniales se formaron las colecciones que hoy albergan museos como el British, el Louvre, el Quai Branly, el Etnológico de Berlín y el Metropolitan neoyorquino. Juntos atesoran miles de objetos procedentes de todo el mundo. Los Imperios anteriores (España, Portugal) simplemente destruían lo que consideraban ídolos o fundían los objetos de oro y plata que encontraban, porque a nadie se le ocurría guardarlos y aún menos exhibirlos. 

Durante décadas nadie se planteó la devolución de estos bienes pero las cosas están cambiando. En 2017 Macron dijo en Uagadugú que “no puedo aceptar que un porcentaje alto del patrimonio cultural de varios países africanos se guarde en Francia”, dando así el pistoletazo de salida a la devolución de esos objetos a países que los reclaman como parte de su propia cultura e identidad nacional. En 2022 Francia devolvió esculturas a Benín, el museo Pitt Rivers de Oxford ha repatriado a Australia objetos de aborígenes, el Metropolitan ha acordado restituir algunas esculturas a Grecia, y Alemania devolvió más de mil piezas a Nigeria, tras un pacto que prevé su regreso para exhibiciones temporales. Es el comienzo de una tendencia que parece justa y que gana fuerza con rapidez

La gran excepción es el Museo Británico, blindado por una ley de 1963 que le prohíbe desprenderse de sus colecciones y que Rishi Sunak ha dicho que no va a cambiar. Como fórmula de compromiso parece que negocia discretamente con el museo de la Acrópolis un sistema permanente de préstamos de los frisos del Partenón, que permitan mostrar los originales en Atenas de forma rotatoria. 

Yo me vi involuntariamente envuelto hace años en la devolución a Botsuana del 'Negro de Banyoles', la momia de un indígena robada por un francés y comprada años más tarde por un médico catalán que la depositó en el museo de esa localidad. En un viaje a Gaborone como diplomático hice una visita de cortesía a la ministra de Negocios Extranjeros, que aprovechó para meterme una de las mayores broncas que he recibido en mi vida... a costa del 'Negro de Banyoles', cuya misma existencia yo ignoraba hasta ese momento. Al parecer era de su misma tribu y ella llevaba su exhibición en un museo como una afrenta personal, amenazando con recurrir a la misma ONU para exigir su devolución. Debo decir que algún tiempo después y tras una serie de vicisitudes el cuerpo fue devuelto a Botsuana, donde fue recibido y enterrado con honores. Como debe ser. 

Asunto diferente son los bienes robados por los nazis a los judíos, o pagados en el mejor caso a precio de saldo o por un pasaje para escapar de los campos de exterminio. Hay un consenso internacional sobre la justicia de su devolución a los descendientes. El asunto afecta en España a un cuadro que la familia Cassirer reclama al museo Thyssen, que defiende haberlo adquirido de buena fe en Nueva York, muchos años después. El asunto está en los tribunales de EEUU. Pero esta es otra historia. 

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