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El maltratador de animales

Perro arrojado desde un cuarto piso por su dueño

Perro arrojado desde un cuarto piso por su dueño / Mossos

Gemma Martínez

Gemma Martínez

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Tiene 21 años. Vive en Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava, en la calle Corunya, con su perro. Una tarde de finales de marzo, después de haber tenido al animal todo el día encerrado en el balcón sin que pudiera entrar en casa, lo tira a la calle desde un cuarto piso. El destino es bueno con el perro, que sobrevive. Una vecina lo recoge, lo lleva al veterinario -solo tiene una extremidad rota- y lo denuncia ante los Mossos, que identifican y detienen al autor por presunto maltrato de animales. Tras declarar, queda en libertad con cargos. En Sant Feliu de Guíxols, no en un país lejano sino en la puerta de al lado.  

Estremece la crueldad contra el animal de compañía más fiel y no puedo dejar de pensar en Pipo, mi perro, un chucho callejero, sin raza pero con unos ojos que hablan, que adopté hace 6 años. Tenía 3 años en ese momento. Lo habían abandonado en el campo y una protectora lo recogió. Al menos no lo arrojaron por un balcón, aunque quedan restos de maltrato en su memoria. Cada vez que ve una escoba o cualquier otro palo, se encoge en un rincón y tiembla. Aunque sea yo, que soy el centro de su universo, quien la tenga en la mano, yo que no lo puedo querer más.

Vuelvo al joven de Sant Feliu e imagino si responderá al retrato robot que suele dibujarse del maltratador de animales: personas agresivas, impulsivas, desafiantes, dominantes y con una baja inteligencia emocional, que sienten placer al ver sufrir a otro y vuelcan su frustración en los animales que han elegido como chivo expiatorio. Muchos son jóvenes

Pienso en el chico de Sant Feliu y en la Ley de Bienestar Animal, aprobada hace menos de un mes en el Congreso y destinada a agravar las penas por maltrato. La normativa es bienvenida, a pesar de que no es perfecta y de que debió ser más ambiciosa. Pipo y yo esperamos que la norma contribuya a identificar y erradicar un maltrato animal que en toda sociedad debe ser objeto de repulsa y que cada año provoca más de 500 detenciones en España.

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