Hollywood no tiene miedo a la IA… y tal vez debería
Los peores temores que Spielberg proyectaba en 'Minority Report' parecen estar haciéndose realidad
Elena Neira
Profesora de los Estudis de Ciències de la Informació i de la Comunicació de la UOC
La inteligencia artificial (IA) es un conjunto de sistemas o tecnologías que permiten crear máquinas que imitan la inteligencia humana. Es lo que hace posible que un ordenador sea capaz de tomar decisiones, realizar tareas típicamente humanas e, incluso, mejorarlas a medida que recopila información relacionada con la respuesta del usuario. También puede alterar la realidad a partir de paquetes de información preexistentes, creando versiones alternativas propias con tal nivel de precisión que son prácticamente imposibles de distinguir de un original. La IA está plenamente integrada en nuestras vidas. Todo lo que toca se vuelve maleable, más eficiente y se ejecuta a velocidad pasmosa. Estas son las ventajas explican por qué está conquistando Hollywood.
En los 90 muchos fuimos al cine a ver ‘El Cuervo’ movidos por una mezcla de curiosidad y fascinación. El interés estaba en el trabajo de los especialistas de efectos visuales que habían incrustado digitalmente la cara de Brandon Lee sobre el cuerpo de un doble. Fue lo que hizo posible terminar la película después de que un fatal accidente acabase con la vida de su protagonista. Ahora la tecnología se ha sofisticado a una velocidad pasmosa. La IA permite rejuvenecer a actores, resucitarlos de entre los muertos e, incluso, hacer que tengan conversaciones. Gracias a ella es posible cambiar las expresiones faciales o lo que un actor dice, eliminando de un plumazo la necesidad de montar una nueva (y costosa) sesión de rodaje.
La IA ya comienza a tomarle la temperatura al propio proceso creativo. En EEUU, el sindicato de guionistas ha pedido a los estudios que regulen el uso del material producido por IA y tecnologías similares, una práctica que ha comenzado a proliferar en las salas de escritura. Las posibilidades son, a la vez, maravillosas y terroríficas. ‘Chatbots’, ‘deep-fakes’ y programas generadores de contenidos permiten cosas que hace una década nos habrían resultado imposibles. “Imagina que pudieses pedirle a una IA un final diferente para ‘Juego de Tronos’, o que te pusiese a ti como un protagonista”, planteaba recientemente, durante una intervención en SXSW, Greg Brockman, presidente y cofundador del grupo de investigación tras el célebre ChatGPT.
Hollywood tiene un dilema. Es evidente que no puede negar las ventajas de una tecnología que puede hacer en minutos lo que a un equipo de trabajo le llevaría días por la mitad del coste. Por ello, el mercado no oculta su interés. Según datos difundidos por 'Los Angeles Times', los fondos de inversión han cerrado acuerdos en proyectos relacionados con la IA por un valor superior a 7.000 millones en lo que llevamos de 2023. Pero la industria también es consciente de que la IA podría suponer un tiro en el pie en lo que a la autonomía del proceso creativo se refiere.
¿Es el talento susceptible de ser programado? Muchos opinan que la IA jamás podrá ser verdaderamente creativa u original. Consideran que pensar como un humano y obtener una idea a través de combinaciones de algoritmos nunca se podrá equiparar al proceso que vertebra una historia nacida en una mente humana a partir de las experiencias vividas. Articular una historia que provoque una reacción en un espectador requiere, en su opinión, de una amalgama de razón y emoción. Puede que la IA todavía no esté ahí. Pero todos los que trabajan en el sector aseguran que es cuestión de tiempo. Tarde o temprano, el aprendizaje se sofisticará hasta el punto de que seamos incapaces de discernir la procedencia de lo que estamos viendo. Y, lo que es peor, por el camino podría dejar de importarnos.
Hace unas semanas, a muy poco de que tuviese lugar la ceremonia de los Oscar de la que se iría con las manos vacías, Spielberg reconocía en una entrevista con Stephen Colbert hasta qué punto la IA le aterroriza. “El alma es inimaginable e inefable. Y no puede ser creada por ningún algoritmo”, aseguraba. Darle autonomía a algo que el ser humano ha creado para que reemplace lo que antes creaba un humano realmente nos acerca a narrativas distópicas. Los peores temores que Spielberg proyectaba en ‘Minority Report’ parecen estar haciéndose realidad.
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