Feminismo

Gestación subrogada: ni mito de la donación ni del aborto

Este tema va contra un principio universal desde el final de la esclavitud y es que los seres humanos no se compran ni venden

maternidad

maternidad / Christian Bowen

Ana Bernal-Triviño

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Estos días se han usado como argumentos en defensa de la gestación subrogada puras desinformaciones y mitos. Aquí tres de ellos:

1.“Las feministas no habéis hablado antes y ahora atacáis a una mujer”. Como siempre, el machismo coloca sus mantras y se replican sin reflexionar. El feminismo habló antes y ahora. Porque el feminismo no cuestiona el quién, sino el cómo. Otra cuestión es que el feminismo ha clamado en el desierto en este tema como en tantos otros. Y da igual que la persona se llame Ana Obregón, Antonia o Manuel. Siempre ha tenido la misma opinión y lo denunció mucho antes que llegara la portada de 'Hola'. Otra cosa es que no interesara escuchar. 

2. “La gestación subrogada es como un proceso de donación de órganos”. No. Un bebé no es un órgano. Parir un hijo después de nueve meses de gestación no es donar un órgano. En la donación no hay empresas intermediarias, no se elige al donante ni se le paga. En la gestación subrogada hay empresas intermediarias, se elige a la madre gestante, se interfiere en sus derechos durante la gestación y parto, se paga por todo el proceso e, incluso, en los países con legislaciones altruistas hay contrato y una contraprestación. En la donación de órganos no hay dinero que condicione que unos sí tengan acceso al sistema y otros no. En la donación de órganos se dona eso, un órgano, carente de derechos. En la gestación por sustitución se dona un bebé, que tiene derechos, entre otros, a conocer su origen. Y, como señala el Comité de Bioética mientras en ausencia de donantes no se puede recurrir a un mercado de venta de órganos internacional legal porque no existe, si no hay suficientes mujeres altruistas para gestar, a nivel internacional sí existe un mercado de gestación subrogada al que acudir. 

3. “Las feministas decís mucho ‘en mi cuerpo mando yo’ y apoyáis el aborto pero no esto, que es vida”. Exacto, porque la mujer tiene autonomía para decidir sobre su cuerpo. Para abortar, yo mando en mi cuerpo pero no mando en el cuerpo de otra mujer. Yo puedo abortar sin firmar un contrato mercantil. En un aborto no hay comercio con la embarazada ni con el feto ni pone en riesgo la vida de otra mujer, sino la suya propia. En el aborto hay una ley de plazos, se habla de feto y si sobrepasa la semana 14, solo se puede producir en circunstancias como riesgo grave para la vida, para la salud de la mujer o graves anomalías en el feto. Su decisión ahí está condicionada por ley. Tras el parto, ya no hablamos de feto sino de un ser humano con derechos. Lo que sí coarta la libertad del derecho al aborto de una mujer es justo la gestación subrogada en el contrato, que puede incluso obligar a ello, en contra de la voluntad de la gestante. 

Y el final se resume en algo sencillo. Que este tema va contra un principio universal desde el final de la esclavitud y es que los seres humanos no se compran ni venden… salvo, a la vista está que sean mujeres (como gestantes o prostituidas) o bebés. Que todo esto demuestra que somos nosotras las que siempre estamos en venta.

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