Ágora

La gestación subrogada: ¿técnica de reproducción asistida o explotación reproductiva?

No existe el derecho a ser padre o madre, tan solo el deseo, por muy fuerte que sea

Ana Obregón, con su hija en brazos

Ana Obregón, con su hija en brazos

Berta Aznar

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El debate sobre la gestación subrogada ha alcanzado su punto álgido esta semana, a raíz de la noticia que ha aparecido en prensa sobre la bebé que Ana Obregón ha adquirido a través de la contratación de una agencia de subrogación en EEUU. A pesar de la polémica que despierta, la gestación subrogada ha tendido a normalizarse en los últimos años, sin embargo comporta una serie de riesgos y consecuencias que no se pueden obviar.

La realidad es que las mujeres que acceden a gestar un bebé durante nueve meses para entregarlo al dar a luz a las personas subrogantes lo hacen por necesidad económica. Además, en el contrato que tienen que firmar constan multitud de restricciones en su estilo de vida que van a tener que cumplir escrupulosamente y que en muchos países incluyen el aislamiento de sus seres queridos los últimos meses. El embarazo es un proceso psicofisiológico extremadamente complejo que hace a la mujer más vulnerable y si las condiciones sociales, culturales y personales no acompañan a la mujer en este proceso y no están en sintonía con este trascendental momento vital, existe un riesgo alto de que se puedan desencadenar diversas problemáticas en el embarazo y el posparto. Además, no se contemplan de forma cuidadosa todas las situaciones que pueden suceder, como casos en que el bebé muere u otros en que el bebé tiene alguna malformación y los padres intencionales solicitan una interrupción del embarazo con la que la gestante puede no estar de acuerdo.

La evidencia científica actual muestra que el embarazo conlleva una transformación definitiva de la mujer y un intercambio biológico entre la embarazada y su bebé que va mucho más allá de los genes. A lo largo del embarazo, se produce una vinculación afectiva entre la madre y su bebé y existen sólidas evidencias sobre el impacto negativo que tiene en la salud de ambos todo aquello que fracture un vínculo saludable desde la concepción hasta los primeros años de vida. Durante el embarazo, a través de esta vinculación, se contribuye al moldeamiento del cerebro infantil y su neurodesarrollo.

Para el bebé, la subrogación significa una serie de pérdidas: lo gesta una madre que intenta no vincularse con él, que puede estar deprimida o en una situación psicosocial adversa, se le separa de ella al nacer y en la mayoría de casos no la vuelve a ver. La separación de la madre tras el nacimiento supone un trauma y una gran pérdida para el bebé.

Por otro lado, negar el derecho del menor a conocer sus orígenes puede causarle graves prejuicios psicológicos, ya que que tendrá la necesidad de elaborar su propia historia personal. Además, para la atención médica de la persona a lo largo de su vida, es importante contar con el registro de las enfermedades y otros antecedentes médicos de sus familiares biológicos.

Otro aspecto a tener en cuenta es el hecho de que las personas subrogantes no sean evaluados de ninguna forma para acceder a este proceso, ya que implica negar a los bebés la tutela institucional que merecen y que se garantiza en las adopciones.

Es importante remarcar que no existe el derecho a ser padre o madre, tan solo el deseo, por muy fuerte que sea. Sin embargo, en una sociedad civilizada sí es necesario proteger a las personas más vulnerables - como bebés y mujeres en situación de precariedad - y garantizar su derecho a no ser comprados, explotados ni mercantilizados.