APUNTE

Amrabat: Tres meses después...

Amrabat celebra el pase de Marruecos a las semifinales del Mundial de Catar en Doha.

Amrabat celebra el pase de Marruecos a las semifinales del Mundial de Catar en Doha. / Reuters

Jordi Puntí

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Cada vez que se celebra un Mundial de fútbol y surgen nuevos talentos, me acuerdo del brasileño Josimar (no confundir, o sí, con el cantante Josmar). Los más memoriosos sabrán de quien hablo: Josimar fue un lateral derecho que jugó con la selección de Brasil en México 86. Pongan su nombre en YouTube. Rápido, alto y de larga zancada, verán sus dos goles maravillosos —contra Irlanda del Norte y Polonia— que le catapultaron al éxito, y de allí a la nada. Tiempo después llegó a ficharle el Sevilla, cedido, donde jugó 13 partidos, volvió a su país e inició una carrera de trotamundos que terminó en Venezuela. 

Josimar es un ejemplo extremo, pero no faltan futbolistas que tuvieron un instante de fulgor con su selección y luego se eclipsaron: Arshavin, Coutinho en Rusia 2018, el portero mexicano Ochoa, el danés Poulsen… Aun es pronto para saber qué ocurrirá con las sensaciones de Catar 2022; por ahora el holandés Gakpo se fue al Liverpool, y Enzo Fernández, campeón con Argentina, dejó el Benfica por el Chelsea, que en enero pagó el gusto y las ganas. 

Triunfo marroquí ante Brasil

Esta semana en que el fútbol de clubes ha dejado paso al de selecciones, el reencuentro con los protagonistas de Catar nos permite ver qué ha cambiado en estos tres meses. España y Alemania, por ejemplo, siguen titubeando. Pero lo más atractivo ha sido la victoria de Marruecos frente a Brasil. Los marroquíes mostraron que el bloque del Mundial no ha perdido su intensidad y de nuevo brillaron con un juego alegre. En el centro del campo destacaron otra vez Ounahi y Amrabat.

Con 22 años, Ounahi aprovechó el Mundial para ir en enero a un equipo de más nivel, Olympique de Marsella, pero no es titular, y Amrabat sigue jugando en la Fiorentina a la espera de ofertas. Aunque de perfil distinto, ambos me parecen recambios naturales de Busquets, si este acaba marchándose (y si se queda también). A riesgo de ser un gafe dando mi opinión sobre posibles fichajes —suele ocurrir que nadie me hace caso—, afirmo que ambos serían una apuesta de futuro para el Barça, sin miedo a que nos salgan un bluf, un Josimar.

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