Gárgolas

Homicidios literarios

Hay algo muy nocivo para la lengua: los libros escritos en castellano, algunos con premio incluido, que se venden como si el original fuera catalán

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Librería / EPC / MANU MITRU

Josep Maria Fonalleras

Josep Maria Fonalleras

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Una escritora catalana que acaba de publicar un libro ha hecho saber que en su contrato de edición existe una cláusula que prohíbe la traducción al castellano. En el libro en cuestión, un dietario personal, expresa su sufrimiento por la lengua y “el deseo de preservarla” para que no se extinga. Y, en consecuencia, ha optado por "no contribuir a la bilingüización de la literatura catalana". Considera, pues, que una traducción es prácticamente un acto homicida. Es una decisión respetable que no entiendo y que ha levantado una determinada polvareda en algunos medios (como un ejemplo de hispanofobia) y también algunos comentarios de otros escritores que sí han optado por publicar a la vez en ambas lenguas. Este es un país extraño en el que puede ocurrir esto: que en el mismo momento salgan al mercado dos opciones lingüísticas (el original y la traducción) de una misma obra. No ocurre a la inversa, evidentemente, o en todo caso se traduce al catalán, proveniente del castellano, al cabo de un tiempo, una circunstancia que también ha provocado debates intensos.

Esta decisión no es nueva. Miquel Bauçà ya lo hizo, aunque, quince años después de su muerte, los herederos accedieron a una versión castellana de varios libros, agrupados con el título de 'La destrucción de la Torre de Pisa'. Su decisión respondía más a una protesta individual pensando no en esta “bilingüización”, sino en la necesidad de tener que pasar por la portezuela del castellano para poder acceder a traducciones a otras lenguas. Esto hoy no sucede. O, en todo caso, ya se traduce directamente del catalán con normalidad sin lo que podríamos llamar un peaje previo. Lo que no entiendo es si la actitud de la escritora de la que hablo es circunstancial o permanente. ¿Nunca querrá que traduzcan el libro? Tengo la sensación de que es mucho peor y más nocivo para la lengua un caso que también está presente en nuestro panorama: los libros escritos en castellano, algunos con premio incluido, que se venden como si el original fuera catalán. Eso sí que es un homicidio. Literario, por supuesto.

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