Detención de Ponsatí

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Confrontación, ¿pero con quién?

Ponsatí no solo ha querido poner en un brete a ERC, sino que también ha apuntado a la policía catalana

El retorno de Clara Ponsatí

El retorno de Clara Ponsatí / Elisenda Pons

La eurodiputada y ‘exconsellera’ Clara Ponsatí regresó este martes a Barcelona con la conciencia de que sería detenida para ser llevada ante el juez. Y también de que tras cumplir ese trámite sería puesta en libertad, ya que solo está acusada de un delito de desobediencia que no conlleva pena de cárcel. Ver a cualquier representante electo de los ciudadanos de Catalunya en una situación procesal personalmente complicada resulta desagradable, y nos recuerda que aún faltan pasos por andar para normalizar la vida democrática del país. Pero ese gesto de «confrontación inteligente» aplaudido desde Bruselas por Carles Puigdemont y Toni Comín tiene mucha menos épica de la que se desprende de las protestas de los eurodiputados en las puertas de la Eurocámara y de las palabras de desafío que expresó Ponsatí en su rueda de prensa tras llegar a Catalunya. 

La ‘exconsellera’ mostró su credencial del Parlamento Europeo ante el agente de los Mossos que cumplió la orden judicial de detención, para argumentar que gozaba de inmunidad y que por lo tanto su arresto estaba siendo ilegal. La cobertura que le da su acta de diputada frente a las acciones de la justicia española es aún objeto de debate. Pero lo que en realidad protege a Ponsatí era la nueva situación procesal que se deriva de las modificaciones penales negociadas por el Gobierno central y Esquerra, a pesar de lo cual ella no ocultó que su objetivo era «denunciar la pasividad de las instituciones catalanas».

Desde su cuenta de Twitter personal se reprodujeron las imágenes del momento de la detención con el siguiente mensaje, dirigido directamente no al juez sino a la policía catalana: «Els Mossos d’Esquadra em detenen il·legalment a Barcelona». Se puede apuntar hacia diversas direcciones a la hora de interpretar a quién busca dejar en evidencia Ponsatí con su decisión de regresar a Barcelona no para comparecer ante la justicia sino para ser llevada ante ella por la policía. Ponsatí , Puigdemont y Comín lanzaron sus dardos simultáneamente a la justicia española en conjunto, a Esquerra Republicana y también a sus antiguos compañeros de causa que han hecho el mismo recorrido ante el juez que los encausa, pero por su propio pie. Pero con sus mensajes, la ‘exconsellera’ pone además de nuevo a la policía catalana en el centro de la polémica, exponiéndola a los reproches de las bases de Junts. Jugar de forma partidista con el prestigio y la estabilidad de una institución básica en el autogobierno de Catalunya como el cuerpo de los Mossos no por frecuente y reiterado deja de ser reprochable. 

En un contexto preelectoral, la decisión de la ‘exconsellera’ de elevar la temperatura tiene otra lectura, en la que los interpelados y situados en posición incómoda son también los candidatos del partido que Ponsatí representa en Estrasburgo en las próximas municipales. El mismo día en que Xavier Trias encarrilaba un acuerdo para subir a su barco a la exvicepresidenta de Unió Joana Ortega y con ella al PDECat, con el objetivo de presentar una candidatura que incluya no solo a quienes admiten que la estrategia del 1-O fracasó sino también a quienes ya habían advertido antes del error que se iba a cometer, Ponsatí revivía la vía del «enfrentamiento». Junts puede mantener bajo su paraguas discursos, retóricas y gestos tan contrastados, pero no indefinidamente. Una tensión interna que, con la sentencia inminente del juicio de Laura Borràs, se pondrá a prueba de nuevo.