Feijóo y las gafas para la vista cansada
Sobre la Cumbre Iberoamericana, los autócratas y el reguetón
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Me siento a escribir la columna sin las gafas, perdidas dentro de casa, que ya me vale. He mirado hasta debajo de la cama, por si anoche se cayeron de la mesita, y nada. Las muy ladinas saldrán cuando les plazca. Las gafas ‘del cerca’, las de leer, las de la vista cansada, porque se va perdiendo la elasticidad de la lente natural del ojo, la que permite enfocar los objetos a diferentes distancias. Con los años, dicen los oftalmólogos, el cristalino se vuelve más rígido. Como las personas. Como las manías.
Aparto la pantalla del ordenador un palmo largo, para vérmelas mejor con el texto, y seguimos en lo que estábamos: la columna, la 'baguette' nuestra de cada día, sobre un Alberto Núñez Feijóo algo atribulado en las últimas semanas. Se le percibe un poco envarado, rígido, como el cristalino del ojo cuando envejece. Con el fin de quitarse de en medio durante la ‘moción Tamames’, auspiciada por Vox, el presidente del PP se marchó a Bruselas para rajar de la reforma de las pensiones, y este fin de semana cargó contra Sánchez por «rendir pleitesía» a «aprendices de autócratas», empleando un léxico que pertenece al catecismo de Abascal. Lo dijo en un fiestón latino celebrado en Madrid, en compañía de Díaz Ayuso y del alcalde Almeida. En año electoral, para rascar algo entre el voto inmigrante, bailarán todos el son que toque, reguetón, bachata, merengue y hasta ‘El tiburón’. «No pares, sigue, sigue, no pares, sigue, sigue».
¿Por qué no te callas?
¿A qué tiranos se refería Feijóo? Tanto el venezolano Nicolás Maduro, como Ortega y Rosario Murillo, los Ceausescu de Nicaragua, se ausentaron de la 28ª Cumbre Iberoamericana, celebrada en la República Dominicana, adonde acudieron Sánchez, el Rey y el ministro Albares. No parece muy oportuno arremeter contra un encuentro que lleva tres décadas celebrándose y que, con más paripé o menos, constituye el foro más importante de la región, en un idioma común. Aparte del esplendor de las guayaberas, esa elegante prenda masculina, las cumbres iberoamericanas han dejado algunos momentazos estelares, como aquel «¿por qué no te callas?» que le espetó el emérito a Hugo Chávez en 2007.
En efecto, a veces es mejor morderse la lengua: Feijóo tampoco estuvo muy fino en la entrevista con el suplemento ‘Yo Dona’, cuando dice que su compañera, la empresaria Eva Cárdenas, fue muy valiente y dejó «su zona de confort para ser madre». Pero hombreeeee… El líder de los populares anda desnortado. Tras sustituir a Casado, parecía que al fin emergía una derecha sensata, sólida, eficaz. Pero tal vez sucedía que lo observábamos en la distancia, desde Galicia. Y con un defecto de presbicia, cuando ves mejor de lejos que de cerca.
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