Ágora

Carta a un joven barcelonés 'cabreado'

Va siendo hora de afrontar la verdad: el principal fondo buitre es el Ayuntamiento de Barcelona, que ha hecho de todo menos generar y mantener un parque social de viviendas de alquiler

El aviso del Gobierno a los inquilinos que tienen que pagar el alquiler en 2023

El aviso del Gobierno a los inquilinos que tienen que pagar el alquiler en 2023. / EL PERIÓDICO

Anna Grau

Anna Grau

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Agradezco a EL PERIÓDICO que me permita escribir una carta abierta a la juventud barcelonesa legítimamente 'cabreada' porque no tiene ni idea de cuándo podrá acceder a un alquiler digno. Pasan los años, la gente de 20, 25, 30 años, camino de cuarenta, sigue viviendo con los padres, o compartiendo piso en una edad en que ya no tiene ninguna gracia hacer cola para ducharse o ir al baño, y lo peor es que no se ve la salida del túnel. Si es que hay salida.

 Yo no soy todavía una persona 'mayor' pero ya no soy una persona joven. Lo fui. Como muchos jóvenes de mi generación conocí inicios profesionales difíciles y anduve corta de dinero, en un momento en que esto implicaba muchas más restricciones que ahora. Ahora, la mayoría de jóvenes sin capacidad de emanciparse disfrutan de espacios de libertad personal que en mi época eran impensables. Yo me he ido al cine para dejarle la casa y vía libre a mi hija y a su pareja. A su edad, mi pareja y yo teníamos que intimar en el coche.

En cambio, teníamos mejores perspectivas a medio plazo. Sabíamos que era cuestión de tiempo encontrar un trabajo con cara y ojos y un alquiler decente. Ahora, la espera se puede hacer eterna. Los últimos cálculos afirman que para vivir en Barcelona tienes que ingresar entre 2.000 y 2.500 euros al mes. ¿Qué persona joven puede contar con semejantes ingresos en el actual mercado laboral, marcado por la inmisericordia precaria y la inflación?

Hace ocho años que el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento promete miles de viviendas sociales, o cuanto menos asequibles. Más de 8.000 viviendas se llegaron a prometer, y han salido apenas 1.400, y sin ninguna política realista que ayude a los jóvenes a acceder a ellas. Se dedica mucha más energía a 'cabrear' a los jóvenes que a solucionar su problema. A decirles que la solución es 'okupar', o que el enemigo es el propietario de vivienda, incluso el pequeño propietario que lleva toda la vida ahorrando para pagar una hipoteca, ni siquiera un fondo buitre.

Quizás va siendo hora de afrontar la dura verdad: el principal fondo buitre, en la práctica, es el Ayuntamiento de Barcelona, que ha hecho de todo menos generar y mantener un parque social de viviendas de alquiler, que por ejemplo pueda asumir de modo rotatorio a gente joven (de determinada edad a determinada edad...), facilitando y allanando su entrada en un mercado de vivienda cada vez más hostil.

Precisamente porque es tan hostil, hay que ablandarlo con inteligencia y no en plan kamikaze. No estamos en Corea del Norte (ni queremos). No podemos obligar a nadie a poner su piso en el mercado de alquiler si no le damos seguridad jurídica, si no lo incentivamos fiscalmente, si no eliminamos de la ecuación la amenaza de la 'okupación'. Todo esto, que puede sonar a música celestial cuando te cabrea y te frustra no poder alquilar un piso, no te va a ayudar en absoluto a cambiar de status. Seguirás cabreado y viviendo con tus padres o en un piso compartido.

Se podrían y se tendrían que hacer tantas cosas que no se hacen. Se puede dar seguridad a la vez a propietarios e inquilinos con un nuevo pacto social donde, por ejemplo, la administración avale, o ayude a avalar, a los jóvenes que no disponen de una gran nómina o de miles de euros para pagar fianzas. Se puede incentivar el alquiler a jóvenes de forma que sea goloso o incluso irresistible. Se puede trabajar, trabajar mucho, pero ante todo hay que rehacer la confianza. Para que todo el mundo que quiera quedarse en Barcelona sepa que se puede quedar. Porque Barcelona es su casa.