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Las franquicias inundan ahora las calles comerciales de nuestras ciudades pero antes el mundo de la moda tenía nombres y apellidos de modistas

Joana Valls

Joana Valls

Xavier Carmaniu Mainadé

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Hace cuatro días nos moríamos de frío por culpa del invierno pero con la llegada de la primavera la temperatura ha subido como si siguiera el ritmo de la inflación. Y con el cambio de tiempo toca enfrentarse al dilema: "¿Qué me pongo?". Hay quien vive esa existencial duda de la vida moderna con paz interior e incluso con alegría. Para otros, sin embargo, es un calvario. Y es peor aún si se tiene la sensación de que camisas, blusas, camisetas, pantalones y faldas que han dormido en la oscuridad del armario invernal se ven pasados de moda al despertar de la primavera. Entonces toca ir de compras. No nos engañemos, a menudo esto es una simple excusa para estrenar alguna prenda (o unas cuantas, que ya nos conocemos). Así pues, con más o menos ganas, terminamos en una de esas tiendas clónicas con las que las franquicias inundan las arterias comerciales de nuestras ciudades ofreciéndonos precios bajos a una calidad discutible: la ropa se ha convertido en un producto de consumo más, como cualquier otro.

Antes de que todo esto ocurriera, el mundo de la moda tenía nombres y apellidos de modistas. Esto ocurría especialmente en París, que todavía se erige como capital de la moda, sólo discutida por Milán y Nueva York. A nadie se le ocurriría colgar esta etiqueta a Barcelona, pero hubo un momento en que una serie de profesionales situaron a la capital catalana en la liga de las ciudades de la elegancia.

La preferida de la burguesía

Eran Maria Montagne, Maria Molist, Madame Lebrun, Madame Renaud... y sobre todo Joana Valls, una modista nacida en 1855 y que se convirtió en la preferida de la burguesía barcelonesa de finales del siglo XIX y principios del XX. Nos lo explica la historiadora del arte Laura Casal-Valls, que gracias a su investigación ha recuperado ese nombre del olvido. Es fascinante cómo grandes personalidades de épocas pasadas desaparecen para siempre a menos que alguien decida reseguir su rastro a través de la documentación.

El problema de la moda es que hasta no hace demasiado tiempo ha merecido poca atención y es una lástima porque ayuda mucho a entender cómo era la sociedad en cada momento histórico. Se puede comprobar al visitar el Museo del Diseño de Barcelona, donde se encuentra la exposición “El cuerpo vestido” comisariada por Teresa Bastardes y Sílvia Ventosa. Como aperitivo a la visita se puede escuchar la conversación que hemos mantenido en el Tren de la Historia con Ventosa, que nos explica la evolución del vestuario a lo largo de los últimos quinientos años.

Flores en prendas masculinas

Una de las cosas que llama la atención es que alrededor del 1500, hombres y mujeres vestían de forma mucho más similar que ahora. Era muy habitual, por ejemplo, que las prendas masculinas, como chaquetas y pantalones, estuvieran decoradas con unos delicados estampados de flores coloridas. Difícilmente ahora ningún hombre se atrevería a llevarlo si no fuera para romper esquemas.

Visitar “El cuerpo vestido” y escuchar a Silvia Ventosa, que es doctora en antropología de la moda, también es muy útil para comprobar cómo a lo largo de la historia el vestido femenino ha servido para constreñir el cuerpo de la mujer. Los opresores corsés impusieron su reinado durante siglos. En algunos momentos eran tan ajustados que incluso causaban problemas de salud muy serios porque la opresión de aquellas estructuras internas, que servían para adelgazar la cintura hasta el extremo, provocaba el desplazamiento de los órganos internos de las mujeres.

Sólo durante los años de la Revolución Francesa la moda permitió ir sin corsé. Hubo que esperar a la llegada del siglo XX para cambiarlo todo. A partir de 1920, cuando el sufragismo y la lucha por los derechos políticos de las mujeres se popularizaron en el mundo occidental, la mujer también quiso liberar su cuerpo y se impuso el diseño del vestido túnica. Es lo que llevaban, por ejemplo, aquellas chicas de hace un siglo que bailaban el charlestón con fervor.

“El corsé ya no volverá, ¿supongo?” Le hemos preguntado a Ventosa. Nos equivocábamos con la respuesta que preveíamos. Quien escuche el podcast se llevará una sorpresa. Resulta que últimamente se han publicado artículos en algunas prestigiosas revistas de moda como 'Vogue' y' Harper's Bazaar' para reivindicar la vigencia de esa pieza. Es difícil no atar cabos y pensar que quizá no sea casualidad que, precisamente cuando se está viviendo una nueva ola feminista, haya quien quiera volver a encarcelar el cuerpo de la mujer. Ya lo dice la sabiduría popular que con la moda todo vuelve, pero hay tendencias que podríamos ir dejando en las vitrinas de los museos.