Ágora

La hipoteca mixta, la mejor solución en el panorama actual

Ante las actuales turbulencias, puede ser una muy buena opción para abordar la compra financiada de una vivienda

El euríbor supera el 3% en su tasa diaria por primera vez en 14 años

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Jesús Benavides Lima

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 Sin duda, el final del año 2022 y este inicio de 2023 han supuesto un verdadero tsunami en el panorama hipotecario español, sobre todo a resultas del gran incremento de los tipos de interés que hemos experimentado en un corto periodo de tiempo, provocado por múltiples factores, a lo cual, en los últimos días, se ha unido un escenario de dudas sobre la solvencia de determinadas entidades financieras, sobre todo en Estados Unidos y Suiza.

Teniendo en cuenta esta situación tan cambiante e inestable, una de las grandes cuestiones que centran las preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos inmersos en adquirir una vivienda financiada con un préstamo hipotecario es todo lo relativo al tipo de interés aplicable, y en especial, de entre las opciones existentes (esto es: elegir un tipo de interés fijo, un tipo de interés variable o una fórmula mixta que combine ambas opciones), cuál de ellas sería la más conveniente. A continuación, trataremos de realizar unas consideraciones y reflexiones que sean de interés para el lector.

Para abordar esta cuestión, a mi parecer, es necesario partir de unas premisas iniciales que, en estos momentos, son cruciales para que el deudor hipotecario tome la mejor decisión posible. Así pues, en primer lugar, deberemos tener muy presente la tendencia alcista del euríbor, que sigue subiendo semana a semana, hasta llegar casi al 4% hará pocos días. En segundo lugar, hay que tener en cuenta el sesgo cognitivo que, en muchas personas, ha generado más de una década de tipos de interés ultra bajos (incluso negativos), situación del todo artificial, la cual, no obstante, a fuerza de mantenerse en el tiempo, se ha podido llegar a considerar como normal por muchas personas, cuando desde luego no lo es. Y en tercer y último lugar, sin duda, es necesario ponderar en la ecuación un elemento histórico, pues si echamos la vista atrás podremos ver cómo en el pasado (por ejemplo, en la década de los 80), para poder contener la inflación, los tipos de interés llegaron a cotas muy elevadas (incluso superiores al 15%), lo cual, sin duda, no se puede descartar que pueda volver a suceder, a la vista de la evolución tan negativa de los precios que estamos experimentando.

Pues bien, fruto de dichas premisas, emerge con fuerza la figura de la hipoteca mixta como la opción más extendida en estos momentos en los despachos notariales. Y ello tiene su lógica, pues a resultas del incremento tan notable de los tipos de interés y de la incertidumbre de hasta dónde puede llegar a subir, la mayoría de las entidades bancarias, deseosas de seguir financiando a sus clientes, están ofreciendo como interesante alternativa esta modalidad de hipoteca mixta, esto es, una combinación de tipo fijo y tipo variable, en la que normalmente, el cliente, durante los primeros cinco, 10 o 15 años de la vida del préstamo hipotecario abona un tipo de interés fijo (actualmente, con bonificaciones, próximo al 2 %). Transcurrido ese periodo inicial, se pacta que la hipoteca pasará a tener un tipo de interés variable, es decir, ambas partes, banco y cliente, estarán a lo que determine en ese momento futuro los tipos de interés de mercado.

A mi parecer, y recurriendo al sabio refranero español que nos dice que “más vale pájaro en mano que ciento volando”, sin lugar a dudas, actualmente esta opción de la hipoteca mixta puede ser una muy buena opción para abordar la compra financiada de una vivienda, pues en primer lugar, el hecho de poder asegurarnos un tipo fijo muy competitivo (alrededor del 2% actualmente), teniendo en cuenta el comparativo histórico de los tipos de interés, sin duda es un precio muy interesante para el deudor hipotecario. Y, en segundo lugar, porque la legislación hipotecaria actual favorece al consumidor poder optar fácilmente por un plan B, es decir, facilitar al consumidor la posibilidad de modificar o cambiar las condiciones de la hipoteca (prácticamente sin coste operativo) o, incluso, trasladar su préstamo hipotecario a otro banco que le ofrezca mejores condiciones, aprovechando así las facilidades que actualmente prevé la ley para novar o subrogar nuestro préstamo hipotecario a condiciones más favorables.