Ficción, y ficción, y ficción
La novela de Gabrielle Zevin habla de los límites de la amistad. No es, pues, un tema original, y ahí está parte del secreto: quizá la leemos como quien relee otras historias ya conocidas
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Es una novela que engancha. No puedes dejarla. Te atrapa en cada página. La prosa laudatoria de las contracubiertas suele buscar estos tópicos, y el lector no siempre se fía. Hay un prejuicio, bastante verificable, que asocia las novelas "trepidantes" con una ligereza del estilo, cuando el autor no quiere que tropieces y todo el camino es llano. Pero por suerte no es siempre así. Ahora mismo llevo 150 páginas de 'Mañana, y mañana, y mañana', la novela de Gabrielle Zevin (AdN, en catalán en Periscopi), y tengo esa sensación: no puedo dejarla. Y no es una simple novela comercial, no.
¿De qué habla 'Mañana, y mañana, y mañana'? La respuesta fácil es decir que va de dos jóvenes amigos que son creadores de videojuegos, pero enseguida matizo que el mundo de los videojuegos no me atrae y no estamos en territorio de 'nerds' y asociales, o no únicamente. La relación de Sadie y Sam, que se abren a la vida con todas las ilusiones y dificultades, se proyecta sobre un trasfondo definido por las pantallas y la realidad virtual, pero habla de los límites de la amistad, puesta a prueba a lo largo de los años. No es, pues, un tema original, y ahí está parte del secreto: quizá la leemos como quien relee otras historias ya conocidas.
Si el libro te engancha, también es por la forma. La autora domina sobre todo tres cosas que pueden parecer evidentes y no lo son: narra los hechos siguiendo un orden particular y siempre quieres saber más; no te lo cuenta todo y el lector debe llenar los vacíos, y mide los límites entre los sentimientos y la cursilería. Es decir, tiene gran confianza en los recursos de la imaginación, que crece con el arte de fabular y en la fuerza de las palabras bien elegidas. En una época en que la realidad se nos come todos los días, 'Mañana, y mañana, y mañana' se acerca a otras grandes novelas que traspasan el tiempo y describen los vaivenes de la amistad y del amor, como 'Una música constante', de Vikram Seth, 'Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay', de Michael Chabon, o (casi) todas las novelas de John Irving. Son buenas compañías. Y ahora vuelvo a la lectura.
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