Moción de censura

Tamames clarifica el panorama

Vox es la bendición y la maldición al mismo tiempo para Feijóo. Con Abascal y los suyos se queda solo; sin Abascal, no le alcanza

Ramón Tamames llega al Congreso para la moción de censura.

Ramón Tamames llega al Congreso para la moción de censura. / David Castro

Joan Cañete Bayle

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No sé si está tipificado así, pero yo lo llamo el síndrome del corresponsal: cuando el inmenso tapiz de grises de la actualidad española amenaza con hacerme perder el sentido de la orientación, busco cómo cuentan esa misma noticia los corresponsales extranjeros, que es otra forma de decir que busco cómo nos explican. Como antiguo corresponsal, he estado al otro lado de la trinchera, y sé que la mirada del corresponsal es a la fuerza de pájaro: no solo sobrevuela una realidad social, política y económica que no es la propia, sino que tiene la obligación de explicarla a una opinión pública que la desconoce y que no está familiarizada con el océano de matices que forma cualquier realidad. El oficio del corresponsal consiste en pintar retratos a trazos gruesos, no confundir con brocha gruesa.

Busco, pues, crónicas en prensa extranjera de los dos días de moción de censura y el primer chasco es que no hay tantas, muchas menos que las que informan sobre el voto de confianza, vía primera ministra interpuesta, a Emmanuel Macron en Francia. Un par de ejemplos: la previa de AP arranca con un lid que destaca la pérdida de tiempo de una moción condenada al fracaso, la paradoja de que el Gobierno se vea reforzado por una moción de censura y lista en un sencillo párrafo los pilares ideológicos de Vox: “negación del cambio climático, infundadas acusaciones que vinculan a los inmigrantes con crímenes violentos y ataques al feminismo”. La crónica final de 'The Guardian' no cita al candidato a la presidencia de la moción de censura hasta el penúltimo párrafo, vincula la decisión de Vox con el inminente ciclo electoral y destaca la abstención del PP y su tibieza con Vox, en contraste con su postura en la moción de censura de 2020, cuando votó en contra con el argumento de que la política del partido de extrema derecha se basa en “miedo, ira, resentimiento y venganza”.

Contra la tentación de complicar cosas que son sencillas, la vista de pájaro del corresponsal aclara el panorama político tras la moción. El PP solo tiene un camino hacia el poder autonómico y municipal, que es doblegar a Vox como ha devorado a Ciudadanos (improbable) o pactar con la ultraderecha. Los dos caminos son excluyentes, de ahí el precario camino que debe hollar Alberto Núñez Feijóo: apretar para vencer pero sin pasarse de frenada, no sea que si lo ahoga la suma final no le alcance. De esta forma, parte de la España de Vox que ha representado Ramón Tamames en el Congreso (mejor de lo que podría parecer, con esta mezcla de abuelo sabio y cuñado en Nochebuena que ha exhibido el candidato (?) a la presidencia del Gobierno) es también la España de Feijóo. Lo será porque debe competir con Vox por el mismo electorado, no combatir al partido de extrema derecha ni mucho menos erradicarlo del mapa electoral como a Ciudadanos.

Frente a ello, Pedro Sánchez ha mostrado que tiene más alternativas para mantenerse en la Moncloa. También necesita un socio –en este caso, la izquierda a su izquierda-- al que vencer pero no ahogar, pero la mayoría de la investidura ha demostrado su fortaleza. El mapa de bloques, la decisión binaria, deja al PP solo con Vox a la derecha y a todos los demás, con sus contradicciones, peleas, competiciones e incluso caos, al otro. Vox es la bendición y la maldición al mismo tiempo para Feijóo. Con Abascal y los suyos se queda solo; sin Abascal, no le alcanza.

Acertó Associated Press en su previa, y esa es tal vez la principal noticia de la moción: el ganador de la estrategia parlamentaria de Vox ha sido el Gobierno y, concretamente, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. No solo por el espacio de lucimiento gratuito con el que han contado, sino porque han evidenciado ante el electorado que no hay medias tintas, que este ciclo electoral va de elegir entre Sánchez y Díaz o entre Feijóo y Abascal. Sé que hay muchos matices entre medio y océanos de argumentos, pero qué le voy a hacer, sufro el síndrome del corresponsal. Los dos días de fama de Tamames han dejado las cosas muy claras.

No solo Feijóo debería tomar notar del retrato a trazo grueso que deja la moción. También Unidas Podemos tiene motivos sobre los que reflexionar. La aritmética electoral es muy compleja y, tanto en autonómicas y municipales como sobre todo en los generales, las mayorías se dilucidarán por pocos votos. Si la izquierda comparece con tres marcas, o con un supuesto acuerdo que en realidad reste en lugar de sumar, el camino de Feijóo será mucho más sencillo, ahí están los espejos de Madrid y Andalucía. Si el camino de la derecha está en manos de la dupla Feijóo-Abascal, el de la izquierda también es cosa de dos, Sánchez y Díaz, no de tres. No hace falta ser corresponsal para verlo.

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