Nuestro mundo es el mundo | Artículo de Joan Tapia

¿Un regalo al Gobierno?

Vox no logró ningún apoyo, Sánchez y Yolanda Díaz oficiaron una misa unitaria y Feijóo con la abstención esquivó la trampa

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / David Castro

Joan Tapia

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La portavoz del PP, Cuca Gamarra, dijo que la moción de censura de Vox solo ha sido un regalo al Gobierno. Y luego el portavoz socialista, Patxi López, lo vino a avalar al agradecer a Tamames haber facilitado que el Gobierno explicitara su política progresista. ¿Ha sido realmente la moción un regalo a Pedro Sánchez?

Vamos por partes. Vox no ha salido airosa pues solo logró el voto de su grupo y el Gobierno sigue vivo porque 201 diputados votaron en contra. Además, el candidato Tamames desgranó una serie de ideas -unas más interesantes que otras- que quedaron muy lejos de un programa de gobierno alternativo. Tamames tuvo un tono ilustrado, pero su discurso fue incluso menos sugestivo que algunas de sus entrevistas de prensa de los últimos días. Y pareció algo traspuesto ante la dureza de un debate que por fuerza tiene poco que ver con una sesión de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Pero si Tamames decepcionó, mucho peor fue lo de su patrocinador y líder de Vox, Santiago Abascal, que se limitó a recitar una lista de tópicos de extrema derecha. Solo el discurso de Iván Espinosa de los Monteros, que parecía el de un competente diputado del PP, salvó a Vox del ridículo total.

¿Salió bien el Gobierno? Sí, por el amplio rechazo a la moción. Y Pedro Sánchez, hábil parlamentario, estuvo correcto con Tamames y aprovechó para ensalzar largamente a su Gobierno, en especial al consenso con los interlocutores sociales en asuntos como la reforma laboral. E incluso la de las pensiones, sin acuerdo con la CEOE, pero que parece que será aprobada por Bruselas. En todo caso, contrasta con las grandes protestas en Francia por la decisión de Macron de alargar la edad de jubilación. Sánchez también reiteró que el número de empleos supera ya el anterior a la pandemia y comparó su política con la de Rajoy que implicó recortes sociales. Lo que nunca dice Sánchez es que eso ha sido posible porque el gasto público no ha sido cortado por la desconfianza de los mercados en España. Y ello solo se debe a la distinta actitud de BCE que para evitar el desplome de las economías europeas por la pandemia ha financiado las emisiones de deuda pública. Aunque con una inflación todavía alta -más la subyacente y más la de los alimentos- Sánchez pecó de triunfalista.

El PP no podía votar la moción sin ir a remolque de Abascal. Y tampoco podía votar en contra porque habría reforzado a un Gobierno al que aspira a derrotar dentro de pocos meses

Pero el agujero negro del Gobierno -agravado los últimos meses- es la bronca continua con Podemos por los efectos de la ley del ‘solo sí es sí’ que ha provocado la rebaja de penas de más de 700 condenados. Y Yolanda Díaz, la vicepresidenta nombrada por Podemos, dio un giro de guion y brindó una imagen de unidad con un discurso bien construido, aunque muy altivo, en el que ensalzó a ministras socialistas -como Nadia Calviño, con la que ha disentido mucho- y aseguró que hay Gobierno progresista para rato. ¿Sí? ¿Representa Yolanda Díaz a las ministras más maximalistas Irene Montero e Ione Belarra? ¿Qué piensa Pablo Iglesias? La imagen de unidad saltará por los aires si la vicepresidenta no logra el apoyo de Podemos y en las elecciones hay dos listas a la izquierda del PSOE. 

Pero la moción también iba contra Feijóo. Abascal quería levantar acta de que el PP no podría gobernar sin Vox. Quizás sea así -habrá que ver los resultados electorales-, pero la moción no lo consiguió. No es normal que Feijóo anunciara la abstención antes de escuchar a Tamames, pero quizás fue lo más astuto. El PP no podía votarla sin aceptar un papel secundario ante Vox que además daría alas a Sánchez cuando predica que las dos derechas son lo mismo. Pero tampoco podía votar en contra porque 295 votos (sobre 350) rechazando la moción -indirectamente a favor del Gobierno- habrían reforzado a Sánchez. 

Feijóo apuesta a que las luchas intestinas en el Gobierno de Sánchez, patentes pese a la misa unitaria de Yolanda Díaz del miércoles, y los errores de Abascal -pelea con su candidata andaluza Macarena Olona y moción Tamames-, le conviertan en el candidato menos malo. Pero está por ver si un líder calculador, que se ha parapetado en el discurso solo descalificativo de Cuca Gamarra, puede generar la ilusión necesaria para ganar con claridad las próximas elecciones. ¿Quién de los dos, Sánchez o Feijóo, sabrá digerir mejor los incidentes de los próximos meses?  

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