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¿A quién se pretende rehabilitar en Catalunya y para qué?

Jorge Fernández Díaz.

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Albert Sáez

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El azar explica muchas cosas, pero no todas. Se multiplican los gestos y los actos para reivindicar la figura de Jordi Pujol a pocos meses del juicio que debe dirimir sus responsabilidades penales y las de sus hijos en la fortuna oculta en Andorra. Y, en paralelo, uno de sus hombres de máxima confianza -mucho más que Artur Mas-, Xavier Trias, opta a la alcaldía de Barcelona con posibilidades y con un discurso mucho más cercano a Pujol que a Puigdemont, pero tratando de agruparlos a todos. Esta coincidencia meramente temporal ha provocado dos efectos. El primero es una nueva ola de republicaciones de 'los papeles de Villarejo' en relación a la llamada 'operación Cataluña' enfocada a rematar la principal estrategia de la defensa penal de Pujol: desacreditar el pantallazo de la banca andorrana ante el tribunal al demostrar que estaba viciado por la intervención de los servicios secretos en su obtención. Legítimo. La víctima de peso es Jorge Fernández Díaz que asiste impertérrito a su depauperación por quienes consideraba sus aliados mediáticos. La teoría del fruto podrido de la rama podrida podría dejar sin pruebas a la Fiscalía.

En paralelo, Pujol se deja ver y es por ahora el único que puede sentar en una misma mesa, ni que sea de una 'calçotada', a Mas, Turull, Giró, Nogueras y a la veterana militancia convergente. Lo adelantó Joan Vehils en uno de sus Barceloneando y ahora todos hablan de la calçotada. Todo huele a que algún alquimista de la Moncloa ha decidido recurrir al manual maoísta para ligar esta mayonesa a favor de los intereses de Pedro Sánchez: llegar a diciembre en disposición de sumar a Junts a la mayoría de una nueva investidura y liberarse del actual yugo de Esquerra haciendo pinza con Podemos. Y en el camino, salpicar al PP de Feijóo con la porquería de un colaborador directo de Rajoy, entregar a Trias la alcaldía de Barcelona como Zapatero -siempre Zapatero- le quiso regalar la presidencia de la Generalitat a Mas y allanar el camino para una Catalunya gobernada por el PSC con Junts de socio debilitado. Pero vaya, seguro que solo estamos ante cosas del azar como lo fue en su momento el aterrizaje de Valls en la política barcelonesa.

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