Fallecido a los 87 años

Fèlix Millet, el hombre bajo el paraguas

Fèlix Millet, en una foto de archivo.

Fèlix Millet, en una foto de archivo. / ElPeriodico

Agnès Marquès

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El hombre bajo el paraguas. Ese es Fèlix Millet el día que salta el escándalo que se acabó confirmando: el expolio de 23 millones de euros del Palau de la Música. El hombre influyente y respetado, tocado por la gracia de una saga familiar arraigada en el Palau de la Música, la cultura y el poder, crecida al abrigo de las 400 familias catalanas de la burguesía que regentaban Catalunya a su manera -algunas de las cuales creyeron, como lo hizo Millet, que era su chiringuito-, caído en la peor desgracia y sin protección alguna. La traición de Millet a través de una de las instituciones que más prestigio daba al catalanismo nunca fue perdonada y fue el momento en que el resto de la sociedad catalana, incluso algunos de los suyos, se tomaron la revancha.

"Poco que decir de él", dice la consellera de Cultura, Natàlia Garriga, al conocer la noticia de su muerte. Más de media condena por cumplir, causas abiertas todavía y la mitad de lo expoliado por devolver. Nadie separa en él 'la obra del artista', nadie le concede nada en su adiós, ni tan solo la dignificación del edificio del Palau a principio de siglo. No queda nada bueno para Millet porque lo que llegamos a saber de sus artimañas superó lo grotesco, y el apego por el buen gusto sigue siendo algo que conserva la burguesía catalana, aunque las nuevas generaciones tengan menos interés, en general, en demostrar su poder a través instituciones culturales como el Palau. Le tomó el pelo a todo el mundo, hasta a los suyos, empezando por su suegro. Qué deshonra.

El prohombre de la catalanidad se convirtió en el peor enemigo de la burguesía. Con su suerte (sin duda provocada por él mismo) cayeron otros velos señalados poco antes por otro integrante de esas familias de buen nombre y protagonistas de la cultura catalana. Era en 2005, un año antes del escándalo Millet, cuando Pasqual Maragall extendió el dedo índice en el Parlament y pronunció el famoso 3%. De ahí hasta hoy, el declive de la catalanidad burguesa y la llegada al poder de "los otros catalanes".

El paraguas no le ahorró el chaparrón ni en el día de su fallecimiento.