Artículo de Miqui Otero

Feliz cumpleaños, Mr. Caine

El actor acabaría por ganar dos Oscar y por convertirse, entre otras cosas, en el epítome del encanto 'british', con sus destellos de humor y su galantería poco machota

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feliz web / LEONARD BEARD

Miqui Otero

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Cuando Michael Caine aún no era Michael Caine, sino el hijo de un mozo que se había pasado toda la vida trajinando pescado en el mercado y que en ese momento estaba moribundo en la cama de un hospital, miró todo el patrimonio que le quedaba y descubrió que era la friolera de tres chelines. En ese momento decidió que no sería pobre. Es más, que sería rico y haciendo lo que más le gustaba. 

Lo que le gustaba a ese chico de clase humildísima (espigado, con tirabuzones rubios de querubín y gafas gruesas) era actuar. Lo había descubierto (como sucede con muchos grandes inventos) por mero azar. En el colegio, él jugaba a baloncesto, pero se solía apostar en la puerta del club de teatro porque era donde estaban las chicas más guapas. Un día la puerta estaba mal cerrada y él cayó de bruces dentro de la sala: “Pasa, ¡no tenemos ni un hombre en el grupo”. Y así nació su vocación, del tropiezo y del deseo. 

Por eso, cuando este 'cockney' trabajaba con el pescado (o cualquier otro de sus oficios) pensaba en ser actor. Eso se lo proponen muchos, pero él tuvo la suerte y también el talento. Y unos años después, cuando ya no respondía por el nombre de su bautismo sino por Michael Caine, estaba en Hollywood. No conocía a nadie y seguramente no sospechaba que se cruzaría con el vaquero más célebre de todos los tiempos. Este lo reconoció porque le había gustado 'Alfie' (y a quién no). “Solo te voy a dar un consejo, hijo”, le dijo nada menos que John Wayne, “jamás calces zapatos de ante”. “¿Cómo?”, balbució el actor gafotas. “Porque está claro que tú vas a ser una estrella. Así que un día estarás orinando en un lavabo de caballeros y te reconocerá el de al lado y se girará diciendo '¿eres Michael Caine?' Y su pis estropeará tus zapatos. No lo olvides nunca”. 

No olvidó el consejo y de hecho en su larguísima carrera acabaría por ganar dos Oscar y por convertirse, entre otras cosas, en el epítome del encanto 'british', con sus destellos de humor y su galantería poco machota. Y aún lo recuerda, seguro, ahora, que acaba de cumplir 90 años. 

Estas y otras anécdotas aparecen en el documental 'MCaine' (anagrama de “cinema”) que acaba de estrenar Filmin para felicitarlo y donde queda clarísimo no solo su don para la interpretación, sino su capacidad para contar historias con gracia. De hecho, si no lo han hecho, recomiendo vivamente todos y cada uno de los libros autobiográficos escritos por él: es un muy buen escritor. 

La figura de Caine es reivindicable con cualquier excusa, pero quizás todavía más ahora. Recientemente se publicaban en la prensa inglesa varios estudios sobre la gran brecha de clase en las profesiones creativas del país. Los datos revelaban que los ricos se podían dedicar a ese tipo de cosas, más aún que hace una década. El estudio, aunque lo digo sin datos, sería aplicable también a Barcelona, donde, se esconda o no, al segundo quinto uno intuye si esa otra persona que está “intentando levantar un cortometraje” o “reuniendo recursos para un seminario del que aún no te puedo decir nada” tiene vocación artística pero cartera de rentista. 

Dicho por él, pero también por muchos otros actores que aparecen en el documental, Caine rompió en el espejismo de los años sesenta esa cuarta pared de cristal que impedía a gente humilde acceder a los buenos papeles en el teatro o el cine. Fue de los primeros, pero no el único: quizás les suenen los Beatles (el grupo más famoso e innovador de la historia), David Hockney (mi pintor favorito vivo, sí, pero también el más cotizado) o James Bond (bueno, Sean Connery). 

De repente, Caine era parte de algo así como una nueva aristocracia pop, que, por suerte para él y también para el resto, le permitió salir del mercado y acabar en un jet con Sinatra. Pero, sobre todo, dedicarse a lo que le gustaba y brindarnos sus actuaciones en 'El hombre que pudo reinar', 'Hannah y sus hermanas' o todas las pelis de Harry Palmer.

Cuando una vez le preguntaron a Caine qué le parecía la película 'Tiburón 3', en la que había participado, contestó: “Te lo diré cuando me llegue el cheque”. Nunca escondió eso, venía de donde venía, pero además siempre fue un actor tremendo. Feliz cumpleaños, Mr. Caine. 

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