En clave europea

Autosabotaje económico en la UE

Eurostat, el organismo de estadísticas europeas, ha indicado esta semana que la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos redujo el consumo privado un 0,9% en la eurozona en el cuarto trimestre del 2022 respecto al trimestre precedente, mientras la inversión caía un 3,6%.

La inflación vuelve a subir en febrero por segundo mes y alcanza el 6,1%

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Eliseo Oliveras

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La Comisión Europea ha anunciado esta semana que a partir del 1 de enero de 2024 los países de la Unión Europea (UE) deberán aplicar ajustes presupuestarios para recortar de forma sostenida y creíble el déficit y la deuda pública. Pese a la vaga promesa de una mayor flexibilidad, el retorno a la política de austeridad no tiene en cuenta la frágil situación económica y social existente en la UE, ni el impacto de la prolongada guerra en Ucrania, ni las astronómicas inversiones anuales que necesita Europa para asegurar su futuro industrial, realizar la transición energética, recuperar su retraso tecnológico y reforzar su defensa militar.

Eurostat, el organismo de estadísticas europeas, ha indicado esta semana que la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos, a causa de los desorbitados precios energéticos, el disparo del coste de los alimentos y el encarecimiento de la vivienda (hipotecas y alquileres), redujo el consumo privado un 0,9% en la eurozona en el cuarto trimestre del 2022 respecto al trimestre precedente, mientras la inversión caía un 3,6%.

Si no hubiera sido por el aumento del 0,7% del gasto público, el producto interior bruto (PIB) de la eurozona se habría contraído un 0,2% en el pasado trimestre, en lugar de estancarse (0,0%). Pero ese aumento del gasto público no pudo evitar que la economía del conjunto de la UE se contrajera el 0,1% y que la mitad de los Veintisiete sufriera una contracción o estancamiento en el cuarto trimestre: Bélgica (+0,1%), Republica Checa (-0,4%), Alemania (-0,4%), Estonia (-1,6%), Francia (+0,1%), Italia (-0,1%), Letonia (0,0%), Lituania (-0,5%), Hungría (-0,4%), Austria (0,0%), Polonia (-2,4%), Finlandia (-0,6%) y Suecia (-0,5%).

El empobrecimiento de la gran mayoría de los hogares, con revalorizaciones salariales muy inferiores a la inflación y al disparo de sus gastos básicos, contrasta con la exuberancia de los beneficios de la banca y las grandes empresas, en especial las ganancias récord de las compañías energéticas.

Pacto de estabilidad

El retorno a las reglas del pacto de estabilidad exigirá a los países con un déficit superior al 3% del PIB y una deuda pública superior al 60% que apliquen desde 2024 un ajuste presupuestario anual de al menos el 0,5% del PIB. Esto afectará en especial a Italia, Francia y España, pero también a Alemania, en un contexto de infrafinanciación en sanidad, educación, vivienda y cohesión social. Todo ello conducirá a otro largo periodo de austeridad y bajo crecimiento en la UE, según un estudio del Instituto de Política Macroeconómica (IMK) alemán. Esos ajustes, sin reformar el pacto de estabilidad, reducirán el crecimiento económico medio anual de la eurozona en el periodo 2024-2028 por debajo del 1,2%, inferior al 1,5% de media anual de la década 2010-2019, según el IMK. Incluso con la flexibilidad prometida, el crecimiento medio anual de Italia en los próximos cinco años sería sólo del 0,8%, en España no llegaría al 1,2%, en Alemania rondaría el 1,2% y en Francia se limitaría al 1,5%, indica el IMK.

La reintroducción del estrecho corsé presupuestario y el consiguiente freno económico impedirán movilizar las inversiones necesarias para lograr los objetivos de la transición verde para 2030 en la UE. Sólo en energía y transportes se requieren 477.000 millones anuales adicionales, según la Comisión Europea. Esta inversión en dos sectores ya equivale por si sola al 3% del PIB de la UE. A esta cifra hay que añadir las inversiones multimillonarias anuales públicas para paliar los efectos diarios del cambio climático: sequías, construcción de desalinizadoras, daños por fenómenos climáticos extremos, protección de costas ante la subida del mar, pérdida de cosechas y capturas pesqueras… etc.

Además, los ajustes presupuestarios restringirán la capacidad real de los países europeos para ofrecer a su industria las ayudas públicas que ahora autorizará la Comisión Europea para contrarrestar los masivos subsidios industriales de Estados Unidos, China y Japón. Las subvenciones norteamericanas de 420.000 millones para la transición energética y microchips ya están desviando inversiones de la UE hacia EEUU. Intel ha comenzado a replantear su inversión prevista en una nueva factoría en Alemania. Volkswagen ha avisado a la Comisión Europea que estudia trasladar a EEUU las factorías de baterías que pensaba construir en Europa Oriental. Repsol ha indicado que este año concentrará el 40% de sus inversiones en EEUU y BASF y BMW han anunciando planes para deslocalizar producción fuera de la UE.

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