La campaña militar (91) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

Bajmut: ¿solo un símbolo?

Su conquista supondría para Putin un 'éxito' que le serviría para convencerse de que ha logrado recuperar la iniciativa militar

Ucrania resiste el ataque ruso en Bajmut

Ucrania resiste el ataque ruso en Bajmut / ARIS MESSINIS / AFP

Jesús A. Núñez Villaverde

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Hace apenas unos meses Bajmut era una ciudad desconocida y hoy, miles de muertos de por medio, se ha convertido en el principal foco mediático de Ucrania como resultado del intento ruso por controlarla. Y aunque se multiplican las señales de que su caída en manos rusas es inevitable, no solo no parece que Kiev vaya a ordenar la retirada a corto plazo, sino que incluso está reforzando sus posiciones con tropas de refresco.

En el contexto de la ofensiva rusa iniciada a finales de enero parece claro que el control del 'oblast' de Donetsk se ha convertido en el objetivo central, al menos en esta primera fase. Con esa idea, Moscú está ejerciendo el esfuerzo principal sobre la línea definida por las localidades de Siversk y Bajmut. Mientras que pretende envolver la primera con un ataque desde Soledar y Kreminna, sobre Bajmut está efectuando también un movimiento en varias direcciones, empleando conjuntamente al grupo Wagner y a unidades aerotransportadas, que ya solo deja a Kiev una mínima vía de conexión para alimentar a las tropas (y a los 4.000 civiles, de un total inicial de 70.000) que aún permanecen allí o, en caso de que la defensa se haga insostenible, para facilitar su evacuación.

El jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, al tiempo que clama contra el Kremlin por no recibir la munición que precisa, sostiene que sus fuerzas ya dominan la zona oriental de la ciudad hasta el río Bajmutovka, contando con que el grueso de la ciudad está ubicado en la parte occidental. La cruda realidad muestra que, en todo caso, aunque el avance ruso está siendo extremadamente costoso, con no menos de 500 bajas diarias por ambas partes, resulta innegable que las tropas rusas van ganando terreno inexorablemente. Los combates, con un importante intercambio artillero, se suceden a diario, calle a calle, y aunque también se registra algún puntual contrataque ucraniano muy localizado la impresión general abunda en la idea de que la ciudad acabará cayendo. Pero incluso aunque algo así suceda en las próximas semanas, eso no significa que Rusia pueda dar por hecho que podrá hacer lo propio con la totalidad del 'oblast', con Sloviansk y Kramatorsk como referencias principales en manos ucranianas en el mismo sector del frente de batalla.

Por supuesto, Bajmut se ha convertido ya en un símbolo. Su conquista supondría para Putin un 'éxito' que le serviría para convencerse de que ha logrado recuperar la iniciativa militar, mientras que a Prigozhin le serviría para ganar puntos en su ya enconada disputa interna contra los más altos mandos militares que pugnan para ganarse los favores del Kremlin. Para Zelenski se trata no solo de desbaratar una vez más los planes del invasor, sino de evitar el efecto negativo que la pérdida tendría en la moral de sus tropas y la ciudadanía. A partir de ahí cabría deducir que el empecinamiento de unos y otros solo deriva en un sufrimiento humano insoportable y en una destrucción total de la ciudad. Pero frente a esa visión, totalmente justificada, también cabe entender que la resistencia de Zelenski a ordenar la retirada tiene un claro significado militar. Ucrania está obligando a Rusia a emplear los mejores medios que le quedan disponibles en un objetivo que los propios invasores han acabado por convertir en una obsesión. Y eso no solo absorbe medios que no pueden ser empleados en otras partes del amplio frente de unos 1.200 km, sino que da tiempo para que Ucrania se prepare mejor para la ofensiva que previsiblemente lanzará en la próxima primavera.

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