Artículo de Rosa Paz

8M: no gana nadie, perdemos todas

La riña continua no favorece al Ejecutivo, entre otras razones, porque impide que se visualice lo positivo de la acción gubernamental

Pedro Sánchez e Irene Montero FOTO JOSÉ LUIS ROCA

Pedro Sánchez e Irene Montero FOTO JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Rosa Paz

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Desde que existe el Gobierno de coalición, enero de 2020, las vísperas del 8M han estado siempre marcadas por una agudización de la rivalidad entre los dos partidos que lo conforman y que, entre otras, se disputan la hegemonía del movimiento feminista. Nunca, no obstante, habían llegado al nivel de hostilidad de este año, cuando, el día antes, PSOE y Unidas Podemos se lanzaron reproches en un tono tan áspero que muchos pensaron que ahora sí habría ruptura. Que rompa el Gobierno es algo que muchos desean. Las derechas, desde luego, porque creen que eso fragilizaría a Pedro Sánchez. Pero también hay quien lo anhela en las izquierdas. Entre los socialistas, porque le reclaman al presidente una muestra de autoridad ante la “deslealtad” de las ministras podemitas, y en Podemos, porque hay quien sostiene que no se puede gobernar con un partido que “traiciona a las mujeres” al pactar con el PP la reforma del 'solo sí es sí', la ley estrella de Irene Montero, que ha traído consecuencias indeseadas con la reducción de condenas y la excarcelación de condenados por agresión sexual.

Nada hace pensar que se vaya a quebrar el Gobierno, porque no parece que Sánchez ni Yolanda Díaz ni las dos ministras podemitas consideren que la ruptura les vaya a beneficiar electoralmente. O tienen dudas. Y eso que saben, al menos Sánchez y Díaz, que que la riña continua tampoco les favorece, entre otras razones, porque impide que se visualice lo positivo de la acción gubernamental.

Lo peor, no obstante, es que esa división se haya trasladado al movimiento feminista, liderado hasta ahora por las socialistas y a cuyos gobiernos se deben los avances en la igualdad y la libertad de las mujeres. Cierto que las nuevas generaciones han llegado con nuevas demandas, como la fluidez de género o lo trans, que no siempre asimilan sus mayores, pero siguen siendo muchas más las reivindicaciones compartidas y mucho el camino por recorrer todas juntas hasta construir una sociedad igualitaria. Con la división no gana nadie. Con la división, perdemos todas. Y todos.

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