Artículo de Astrid Barrio

El PP y Catalunya

Si el PP quiere recuperar un espacio en Catalunya ha de dejar se ser percibido como un partido bronco y hostil hacia los intereses de los catalanes y convertirse en una fuerza útil y de orden

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, con el alcaldable del partido en Barcelona, Daniel Sirera

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, con el alcaldable del partido en Barcelona, Daniel Sirera / EUROPA PRESS

Astrid Barrio

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A menos de tres meses del inicio de un nuevo ciclo electoral, todas las encuestas coinciden en que el PP aventaja al PSOE. Las diferencias en las predicciones radican en los puntos que separan a ambas formaciones. Y aunque el efecto Feijóo parece haberse frenado, las expectativas de los populares van al alza a pesar de que todo dependerá del mapa autonómico y municipal que dibujen las elecciones de mayo. 

El PP afronta el nuevo ciclo en condiciones muy diferentes a 2019. Entonces  estaba noqueado por los efectos de la moción de censura, tenía sólidos competidores a ambos lados –Vox a su derecha y Ciudadanos a su izquierda–, y su marca estaba debilitada por su vinculación a la corrupción. Ahora cuenta con un liderazgo indiscutible elegido con un elevado grado de consenso y Ciudadanos está tan debilitado que muchas encuestas auguran su desaparición, hasta el punto de que el gran competidor del PP por el espacio de centro, que es donde se siguen ganando las elecciones en España, vuelve a ser el PSOE. Y Vox, consolidado a la baja, es un partido con el que a pesar del estigma ya ha colaborado sin mayores consecuencias,  más allá de los aspavientos. La corrupción del PP, además, ya no acapara portadas en la prensa, al menos no de la madrileña, y esta lacra, según el CIS, ha dejado de ser percibida como uno de los principales problemas de los españoles. 

Sin embargo, estos días no dejan de aparecer informaciones que vinculan al PP con la operación Cataluña, hasta el punto de que el Congreso ha decidido reactivar la comisión de investigación al respecto, con la oposición del PP y de Vox. Argumentarán los populares, y con razón, que las comisiones de investigación parlamentaria tienen mucho escenificación y hasta de escarnio, y que lo relevante es lo que pueda dictaminar la justicia sobre el asunto una vez que se ha decidido a investigarlo a raíz de la admisión de la querella presentada por Sandro Rosell. Pero, con su historial, lo que no puede hacer el PP es ponerse de perfil, y mucho menos calificar la operación Cataluña de ficción, como ha hecho el secretario general de los populares catalanes. Más acertado estuvo Feijóo cuando, al ser interrogado por la querella de Rosell, afirmó “que se investigue lo que se tenga que investigar”, pero le faltó añadir que el PP colaboraría al máximo con la justicia y depuraría cualquier responsabilidad política. Porque aunque siempre hay que preservar la presunción de inocencia, resulta injustificable políticamente el mantenimiento de la militancia o en cargos políticos de personas como Jorge Fernández Díaz o Alicia Sánchez Camacho, sobre las que pesan sospechas de comportamientos no solo moral sino también muy posiblemente penalmente reprochables. 

El PP tendrá difícil recuperar el Gobierno de España si no es capaz de obtener un buen resultado electoral en Catalunya. Algo que no sucederá si su actitud en y hacia Catalunya no cambian. Dice Xavier Trias que la operación Cataluña ha destruido Convergència. Y también podría destruir al PP. Si quiere evitarlo, ni la competencia con Vox ni las servidumbres del pasado deben servirle de pretexto para justificar, encubrir o enmascarar ningún tipo de comportamiento indebido, tanto si la operación Cataluña  acaba siendo una de sucia trama partidista urdida para perjudicar a rivales políticos como si se acaba desvelando que es una iniciativa de algunas estructuras del Estado al margen del poder político. En ambos casos están en juego la reputación y la credibilidad del PP, así como su compromiso con el Estado de derecho, y por ello es necesario que ponga tierra de por medio. Pero no solo eso. Si el PP quiere recuperar un espacio en Catalunya ha de dejar se ser percibido como un partido bronco y hostil hacia los intereses de los catalanes y convertirse en una fuerza útil y de orden frente a la futilidad y el desorden, con un proyecto capaz de arriesgar y que mire más al futuro que al pasado. Y esto es algo que Daniel Sirera, el candidato de los populares en la Ciudad Condal, no solo por su perfil sino por su posición en el tablero barcelonés, puede empezar a ensayar. Barcelona bien podría ser un laboratorio para el futuro PP, de Catalunya y de España. 

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