Ágora

Revolución digital e igualdad de género

Educar con perspectiva de género, tanto en las primeras etapas educativas como la universidad, nos permitirá construir una sociedad igualitaria

Científico trabajando en el laboratorio

Científico trabajando en el laboratorio / Foto: Yakuzakorat

Josefina Antonijuan

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Este 8M, día internacional de las mujer, tenemos que hacer patente que la revolución digital está perpetuando y amplificando los patrones de la desigualdad de género. Hay varios factores que nos lo indican, pero me centraré en la infrarrepresentación de las mujeres en este sector y en sus derivadas. En una primera etapa de la también llamada cuarta revolución industrial, desde mitad del siglo XX hasta los años 80, había áreas como la programación donde la presencia de mujeres era mayoritaria. ENIAC, el primer ordenador construido en 1946, fue programado por un equipo de mujeres pero, a partir de la llegada del ordenador personal, la situación cambió. Durante esta misma etapa las mujeres hemos accedido al mercado laboral y actualmente somos casi la mitad de las trabajadoras. Pero si nos centramos en las profesiones con habilidades tecnológicas, como por ejemplo la inteligencia artificial, la robótica avanzada o la computación en la nube, el porcentaje no llega al 20%.

Este claro desequilibrio empieza cuando construimos en la niñez lo que queremos ser de mayores. Las niñas, en la primera etapa de la ESO ya son conscientes que la sociedad espera que escojan ciertos estudios. La carencia de referentes femeninos, ciertos estereotipos y no percibir la tecnología como una herramienta de mejora de la vida de las personas hace que se produzca un desinterés progresivo. Como resultado, en la universidad, el porcentaje de estudiantado femenino en los de estudios vinculados, como la ingeniería informática o la ingeniería de telecomunicaciones, es muy bajo (en la UPC, un 13% y un 20%, respectivamente). La carencia de formación implica exclusión de un mercado laboral de alta demanda y bien remunerado, estamos 'de facto' discriminando a las mujeres. Es una injusticia y también un lastre económico, pues difícilmente se podrá cubrir toda la demanda en este sector de fuerte crecimiento si no se incorporan más mujeres.

Esta infrarrepresentación actúa como un circuito que se retroalimenta y amplifica las desigualdades de género existentes, pues la tecnología no es neutra. Las personas que la desarrollan reflejan sus valores sociales y culturales. Hay que introducir varios puntos de vista en el diseño, análisis y resultados en equipos que representen la composición social con personas de diferentes edades, género, etnia y estrato socioeconómico. De lo contrario, los productos nacen con sesgos significativos y uno de ellos es el de género. Una funcionalidad relativamente nueva de los móviles, el asistente de voz, lo ilustra. Habitualmente tiene nombre y voz de mujer, siempre está disponible y tiene un comportamiento amable, a pesar de contestar a preguntas improcedentes. Por lo tanto, tiene un sesgo de género evidente, y con su uso se contribuye a perpetuar y propagar un lenguaje y comportamiento patriarcal.

Este 8M, las mujeres reclamamos ser protagonistas de la revolución digital y nos sumamos a la reivindicación que ha hecho la ONU para este 2023, en el día de la mujer: “por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género". Educar con perspectiva de género, tanto en las primeras etapas educativas como la universidad, nos permitirá afrontar este desafío global y construir una sociedad igualitaria.