Artículo de Ernest Folch

¿Una alianza zombi?

El regreso al futuro es un sueño húmedo de muchos políticos y empresarios

El líder del PSC, Salvador Illa, durante una intervención en el pleno del Parlament

El líder del PSC, Salvador Illa, durante una intervención en el pleno del Parlament / SARA ESCALERA / ACN

Ernest Folch

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En la política catalana hay que estar muy atentos porque una cosa es lo que se dice y otra muy diferente lo que se hace. Con el ‘procés’ en horas bajas, el fin de los bloques nacionales y la salida del Govern de Junts, en el Parlament se han puesto de manifiesto extrañas y curiosas alianzas que hasta hace poco eran inimaginables. Mientras sigue la retórica independentista, lo cierto es que el sentido de las votaciones tiene cada vez más que ver con la raíz ideológica de los partidos. Quizá por ello llama la atención la cantidad de cuestiones esenciales en las que se han puesto de acuerdo Junts y el PSC, dos partidos que juegan a ser antagónicos en la cuestión nacional pero que curiosamente parecen compartir una visión razonablemente parecida en temas clave del país.

El pasado viernes, los dos partidos se pusieron por sorpresa de acuerdo en tumbar el plan piloto de la renta básica universal, una reivindicación tradicional de la izquierda catalana, desde ERC hasta la CUP pasando por los Comuns. Solo unos días antes, en el mismo Parlament, PSC y Junts impulsaron una votación en contra de las ocupaciones conflictivas, a la que lograron sumar a ERC a última hora. Estos acuerdos llegan tras la negociación a varias bandas de los presupuestos, que pusieron encima de la mesa que en tres macroproyectos clave (ampliación del aeropuerto, Hard Rock en Tarragona y la variante del Vallès) los socialistas y los antiguos convergentes tienen una visión idéntica. Mención aparte es el famoso pacto en la Diputació de Barcelona, que fue justificado siempre por ambas parte por tratarse de un acuerdo en una institución “menor”, a pesar de que la Diba tiene un presupuesto monumental de más de 1.200 millones de euros.

Con todos estos antecedentes recientes, es difícil pensar que tantas coincidencias sean pura casualidad. ¿Se trata de una pulsión ideológica, del retorno de la vieja ‘sociovergència’, o simplemente de la reorganización del tablero político ‘posprocés’? A falta de saber cómo evoluciona esta sorprendente alianza, lo que es innegable es que tanto Junts como el PSC batallan por un curioso espacio, que es el del viejo 'establishment' que quedó triturado durante el ‘procés’, y que ahora vuelve a emerger, no se sabe si como una realidad o como un renacimiento zombi. ¿Se puede volver a la Catalunya del 2007, previa a la crisis económica y la implosión independentista? La 'retropolítica' en principio es una entelequia, pero los acuerdos sobre las infraestructuras o el Hard Rock, como si no hubiera pasado el tiempo, dan a entender que el regreso al futuro es un sueño húmedo de muchos políticos y empresarios. Y todo ello con las municipales en el horizonte. Mientras Waterloo pide aplicar cordones sanitarios al PSC, Junts va en dirección contraria por la vía de los hechos. Cada vez es más flagrante la distancia entre la retórica independentista y la 'realpolitik'.

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