APUNTE

El fútbol virtuoso, quizá otro día

El Real Madrid - Barcelona, en imágenes

El Real Madrid - Barcelona, en imágenes / OSCAR DEL POZO/AFP

Albert Guasch

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Seguro que ha sucedido antes, pero la memoria es flaca, así que a uno le cuesta recordar una puesta en escena del Barça tan a la defensiva y el culo atrás como ayer en el Santiago Bernabéu. Nada resultó tan paradigmático de ello como algunos amagos de contraataque, aventuras (o desventuras) en solitario de un jugador al que se le acababa el aire a 40 metros de alcanzar la portería madridista. Pareció el equipo azulgrana un clon de un Getafe o un Alavés, pero con una defensa de grafeno. Y es esa resiliencia la que prevaleció en Madrid. El Barça salió victorioso pero ya sabemos por dónde van a ir los tiros, que por algo este es un club pijo: habrá los felices por el resultado y habrá los irritados por el estilo, resumido en el 35% de posesión, dato de equipo especializado en verlas venir.

En un Barça tan poco virtuoso, Araujo se erigió en la percusión del equipo. Fútbol de ruido y fuerza el de los barcelonistas. Para encontrar plasticidad había que retorcer la mirada y dejarse seducir por el magnetismo de las confrontaciones sudorosas entre Araujo y Vinicius. Un pulso casi pugilístico que empezó en la primera jugada. Vinicius le coló una sotana y el uruguayo interpuso su cuerpo de Thor. Pasó el balón pero no el jugador. Una forma como otra cualquiera de anunciar las leyes que iban a imperar en la noche. Leyes escritas con cemento armado. 

Ponga un Araujo como portero en cada edificio y se han acabado los robos en la ciudad. No le han hecho un regate desde agosto. Se ha convertido en lo más infranqueable que campa por los campos de Europa. Si no pudo Vinicius, ¿quién va a poder? Menudo bicho es el delantero brasileño. Tiene un talante pandillero que le lleva a armar bulla en cada circunstancia y desquiciar un poco a todos, incluidos los suyos, pero a la vez encara con la determinación, la fe y la electricidad de un valiente del desborde. Respect. Lo que pasa es que Araujo es una mole. 

Sobre ellos dos se resumió el partido de ida. Uno que embiste y el otro que frena. Triunfó el freno. Las ausencias y que era el Bernabeu (y se ganó) aliviarán el juicio sobre Xavi, un esteta vocacional. El fútbol de seda, quizá otro día. 

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