Artículo de Carles Sans

Cambiar de edad

Si la edad es un estado de ánimo, entonces habría que acudir a la iniciativa que tuvo hace ya unos años un empresario holandés que solicitó oficialmente cambiarse la edad

Si a tu padre le gusta la cocina, el experto Pau Arenós, de Cata Mayor, nos da las mejores ideas

Si a tu padre le gusta la cocina, el experto Pau Arenós, de Cata Mayor, nos da las mejores ideas / Freepik

Carles Sans

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La edad nos condiciona el comportamiento a lo largo de nuestra vida. De niño, y hasta la pubertad, la edad no nos importa. El niño asume ser niño sin cuestionárselo; sin embargo, a partir de la pubertad las relaciones personales empiezan a estar supeditadas por la edad. A los 13 años, por poner un ejemplo, se desea ser mayor de lo que se es. A partir de los 30 comenzamos a pensar en que nos estamos haciendo mayores e iniciamos un receloso proceso hacia una madurez que nos condicionará hasta llegar a la vejez.

Pienso que hay tres tipos de edad: la cronológica, la biológica y la social. La primera, naturalmente, nos indica los años que hemos cumplido desde que hemos nacido. La biológica se refiere a la calidad de tu organismo; digamos que tiene más que ver con el desarrollo adecuado de tus células y de tu cuerpo en general. En este punto uno estará por encima o por debajo de lo que le corresponde en función de su calidad genética y de cómo se habrá cuidado a sí mismo. La tercera edad es la social, o sea, la edad que aparentamos de cara a los demás. Ahí dependerá de factores tales como la calidad de tu físico, la actitud vital, la manera en que nos vestimos, etcétera.

A medida que avanzamos, la edad nos pesa más. Al llegar a los 65, por ejemplo, la sociedad te señala que ya eres mayor, que has de jubilarte, y pasas a ser, para la mayoría, un viejo. Sin embargo, los 65 años de ahora no son como los de antes. Así que ahí viene la propuesta:

Si la edad es un estado de ánimo, entonces habría que acudir a la iniciativa que tuvo hace ya unos años un empresario holandés que solicitó oficialmente cambiarse la edad. Tenía 65 años y él argumentaba sentir que tenía 45. La justicia holandesa le denegó la petición; sin embargo, creo que ahora, que estamos socialmente más sensibilizados con lo que realmente sentimos, propongo que aquellos mal llamados ancianos puedan cambiarse la edad cronológica por la que ellos realmente sienten que tienen. Como la edad condiciona para cosas tales como buscar una ocupación profesional que todavía algunos saben que pueden desarrollar, o para establecer una relación sentimental, propongo ir al Registro Civil y solicitar un cambio de edad según la que cada uno sienta tener. ¿Qué les parece? A ver si prospera.

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