Plaza menor

Tanta Barcelona para tan poco Carnaval

La fiesta de la transgresión no es una prioridad para la capital catalana aunque caiga en temporada baja y guste a los vecinos

'Arribo' en La Rambla y la Reina Belluga -reina del 'Carnestoltes-' y su séquito llegan a las puertas del Palau de la Virreina para ofrecer un espectáculo

'Arribo' en La Rambla y la Reina Belluga -reina del 'Carnestoltes-' y su séquito llegan a las puertas del Palau de la Virreina para ofrecer un espectáculo / ZOWY VOETEN

Meritxell M. Pauné

Meritxell M. Pauné

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El Carnaval es un buen espejo de los dilemas que caracterizan la Barcelona contemporánea. La festividad se celebra en la capital catalana, en efecto, e incluso cumple con la ortodoxia básica de tener un programa de actos, desfile del Arribo y decoración en los mercados municipales. Pero no hacen falta ocho apellidos barceloneses para darse cuenta que no es una fiesta prioritaria para Barcelona y que Barcelona no destaca en la escena carnavalera catalana. Nada que ver con la gracia y el sabor popular de poblaciones como Solsona, Sitges o Vilanova i la Geltrú.

Son los barrios los que salvan el Carnaval de Barcelona, con decenas de actividades organizadas por el tejido asociativo, como ruas escolares, fiestas de disfraces y muestras de baile de otros continentes (¡espectaculares, las comparsas latinas!). Incluso el sector privado se apunta, con sesiones de discoteca, menús temáticos y descuentos en tiendas. El Carnaval vecinal incluso desborda el calendario, porque este fin de semana la Barceloneta sale a la calle a celebrar la fiesta aunque ya hayan pasado 4 dias del Miércoles de Ceniza, cuando tradicionalmente cierra el programa.

No deja de sorprenderme, año tras año, la asimetria entre las ganas de Carnaval que se perciben en los vecindarios y la apuesta de mínimos de la ciudad. Ni un acto de envergadura durante el fin de semana, la Taronjada fusionada con el Arribo para comprimir ambas actividades, sin ningún acto central de entierro de la sardina... Que no, que claramente el Carnaval no es una apuesta para Barcelona.

Hay un cierto miedo institucional a celebrar un gran Carnaval en Barcelona. En especial a montar un buen sarao multitudinario con presupuesto y en fin de semana. Por varias razones, desde el desorden (sí, el Carnaval ensucia y es ruidoso) hasta eclipsar otras ciudades que viven su momento estelar del año. También por la proximidad de Santa Eulàlia, que es variable según el calendario de Semana Santa, pero por ejemplo este año las dos fiestas han caído en semanas consecutivas. Y finalmente por el turismo, porque Barcelona teme que un gran Carnaval pudiera ser reclamo de grupos de visitantes que vengan a emborracharse y desmelenarse.

Así que, como en otros temas peliagudos, Barcelona elige ponerse de perfil. Un poquito de Carnaval público, que no sea dicho que no lo hay, y el resto en manos de la sociedad civil. Sin esplendor pero sin controversia. Pero no tendría por qué ser así, hay otros Carnavales posibles.

Barcelona carece de un relato de inverno potente, de una agenda que invite a descentralizar turismo, cultura y vida social. Somos una ciudad demasiado de sol y playa como para permitirnos una temporada baja sosa. Una politica contracíclica sería jugar sin complejos la Navidad, la fiesta mayor pequeña (Santa Eulàlia) y el Carnaval, tres buenas oportunidades para lucir la gastronomía, la cultura y la riqueza asociativa de Barcelona. El desmadre carnavalero tiene muchas alternativas cívicas que el Ayuntamiento podría sacarse de la manga. Ideas atrevidas, nuevas, que sorprendan. Podría inventar una Open Night de todos los mercados municipales, o dejarnos votar un disfraz para los concejales, o montar una cena con máscaras en el infrautilizado palacete Albéniz, o convertir la Taronjada en una matinal en las playas, o utilizar un desfile para promover Montjuïc o la Superilla... ¡o para ocupar las rondas de Barcelona!

Locuras de trasfondo ecologista, con memoria histórica, para público familiar... Cada gobierno puede poner el acento donde le convenga, que por Carnaval "tot s'hi val" como dice el refrán. Tomen nota aquellos y aquellas que están redactando ahora los programas electorales. A ver si el próximo mandato Barcelona encuentra por fin un modelo de Carnaval a la altura.

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