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Una neutralidad engañosa

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Albert Sáez

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Prolegómenos del Mobile World Congress cargados de noticias del sector. Llevamos varias ediciones anunciando el estallido de las nuevas redes de 5G que tienen que permitir la televisión en movilidad y otros servicios de valor añadido. Pero las operadoras de telecomunicaciones no están invirtiendo para conseguirlo. El despliegue exige hacer una malla de repetidores de telefonía móvil más tupida y las operadoras consideran que la mejora en el servicio no les va a proporcionar una mejora en los ingresos porque los principales beneficiarios (las plataformas de contenidos como Google, Meta o Amazon) no van a pagar más. Telefonica, Vodafone, Orange o Deustche Telekom llevan tiempo condicionando esta inversión a que les puedan cobrar unas tarifas especiales. Ahora, Carles Planas adelanta que la UE va a convocar este jueves una consulta para considerar esta posibilidad.

Es importante entender la naturaleza de este debate. Está en juego lo que los expertos llaman la neutralidad de la red. Un principio que está en la base del estallido digital y que establece que los operadores de telecomunicaciones no pueden cobrar tarifas diferentes en función del tipo de contenidos o servicios que transporten en las redes digitales. En los inicios de Internet tuvo todo el sentido del mundo para evitar que los trust de las telecomunicaciones expulsaran a los pequeños creadores de contenidos o servicios. Pero 20 años después, los trust los han creado quienes nacieron gracias a esa neutralidad y han creado monopolios de servicios como Google que ahogan a quienes no se integran en su ecosistema. Este tipo de empresas no tendrían el tamaño que tienen si tuvieran que pagar por usar las redes a un precio diferente que sus competidores con menor cuota de mercado, simplemente por el volumen de banda que utilizan, por ejemplo. Se evitó que BT o Telefonica se apropiarán de Internet pero se estimuló otro tipo de concentración. De la asimetría legal, del estraperlo, se han levantado potentes imperios. Lo que plantea la UE no va contra la libertad sino precisamente contra su ausencia. Y la siguiente batalla debería ser que paguen por los contenidos que utilizan. No se dejen engañar.  

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